domingo, 4 de julio de 2004

El botellón y rezar en familia

Mis alumnos me dicen que pasan de la nueva ley de enseñanza que prepara el Gobierno, aunque, ante las medidas que van a tomar con el botellón, están ciertamente preocupados. Dicen que la ley no va a conseguir absolutamente nada, que ellos van a seguir bebiendo, pues tienen derecho a divertirse.

Y es que nos enfrentamos ante dos problemas. Desde un punto de vista cívico, hay que enseñar a los jóvenes que los demás también existen; que sus derechos terminan donde empiezan los de los otros, y que no tienen derecho a molestar a los demás. En Alemania, por ejemplo, a partir de las diez de la noche, si armas cualquier jaleo, como hablar en voz alta en la calle, rápidamente llega la policía.

Pero la gran cuestión es la «no educación en valores»: cuando les hablaba de la importancia de la religiosidad, que una familia que reza tiene menos probabilidades de romperse, me eché a toda la clase encima y eso que era clase de Religión. Una alumna, entonces, preguntó a sus compañeros que cuántos de sus padres rezaban. Sólo salió una chica para decir que en su familia sí se rezaba. Está claro que salí muy preocupado de esa clase. El problema en su raíz no es la educación de los adolescentes, sino la de sus padres. Me gustaría saber qué principios reciben esos chavales en casa. Mucho me temo que unos padres que pasan de Dios sólo pueden inculcar en sus hijos unos valores puramente materiales. Y eso no es educar.

Pedro TREVIJANO