viernes, 20 de octubre de 2006

La campaña pro preservativos induce a los niños adolescentes al sexo



Tomo prestado de una amiga en un aporte en el foro de HO

La campaña pro preservativos induce a los niños adolescentes al sexo, y va sin acompañar de ningún tipo de educación. La pubertad y la adolescencia la hemos pasado casi todos y sabemos en qué consiste.

Una realidad que he vivido hace ya algunos años, es en una pandilla donde la mayoría venían de clase media, puede que católicos pero no practicantes, y de estudios la mayoría básicos o de formación profesional (esto es para situarse en el entorno) gente de lo más normal vaya. El caso es que hablando entre las chicas más de una contó que muchas veces lo hacía con su novio sin ganas, sólo porque él insistía tanto que parecía que no le quería si no llegaba a hacerlo. Y esto les hacía sentir como un "boquete", un "agujero" dijo una. Y el caso es que estaban convencidas de que ellos les querían... Le comenté el caso a uno de los chicos de la pandilla, uno soltero, y me dijo con todo su cariño y total tranquilidad que era normal, que los chicos tenían más necesidad que las chicas... y ¡¡¡realmente lo pensaba así!!! Me quedé a cuadros... Eso ocurría hace como 12 ó 14 años. Entre gente de lo más normal, con una educación media... si desde que están en los colegios te dedicas a venderles que las relaciones sexuales son de lo más sano, pero que hay que usar condón, sin explicarles el valor de la abstinencia (esto es un valor también fuera de la religión), si no les explicas que deben aprender a contenerse, a ser dueños de su cuerpo y de sus pasiones, entonces su cuerpo y sus pasiones se harán dueños de ellos, y eso les llevará a hacer "daño" sin casi darse ni cuenta a las personas que "quieren".

Hoy en día se oye a muchos chicos quejarse de que las chicas en las discotecas cuando salen los fines de semana se comportan de forma muy estirada. Si hablas con las chicas, más de una te dirá que está harta de que le traten como un trozo de carne, que parece que no se dan cuenta de que además de un trozo de carne tiene un cerebro y un corazoncito... puede que chiquitos, pero ahí están.

Ahora es peor. Tengo un amigo ginecólogo en Barcelona, que de su experiencia de hacer guardias los fines de semana se ha percatado de que la moda ahora (hará ya un par de años) es que se emborrachan en pandilla, se drogan con lo que pillan y se dedican a hacer orgías, pasando las chicas de uno a otro, y los chicos viceversa. Mi amigo que no es en absoluto católico se quejaba de que como estaban drogados no se ponían condón y llegaba a la guardia pidiendo la píldora del día después. Lo comentaba como diciendo que le parecía muy bien que la gente disfrutara tan abiertamente del sexo... hablando de adolescentes... mi contestación fue sencilla: Si realmente disfrutan del sexo así, ¿por qué tienen que drogarse y emborracharse para hacerlo? Terminó dándome la razón, disfrutar no disfrutan... sólo se dejan llevar por lo que tienen en el ambiente. Intenta fijarte, el sexo está en todas partes. En la t.v. a cualquier hora, ríete del horario protegido, en los anuncios, en las revistas, en la calles en los carteles de las paradas de autobuses... y los niños y adolescentes son bombardeados continuamente con mensajes.

Creo que con tanto sexo en el ambiente nos estamos cargando unos principios y valores aceptados mundialmente, también fuera de la Iglesia, como son el respeto entre las personas y el derecho a la dignidad de la persona.

Visite: Comite Independiente AntiSida

SIDA Y ABORTO, DOS CARAS DE UNA MISMA MONEDA



Abortando a gogó se tituló un artículo de opinión del escritor Juan Manuel DE PRADA, en el diario ABC. Con lenguaje llano explica el fracaso de las políticas del Ministerio de Sanidad, que parece no perseguir la sanidad sino la mortandad.

EL número de abortos en España durante el año 2002 alcanzó los 77.125; por supuesto, en tan estremecedora cantidad no se incluyen los miles de abortos clandestinos que se perpetran en condiciones de pavorosa insalubridad, tampoco los que se consuman mediante prácticas no quirúrgicas, más asépticas pero igualmente criminales (ingestión de pildoritas embrionicidas, etc.). La cifra escueta, que casi se ha duplicado en un plazo de apenas diez años, ha sido facilitada por el Ministerio de Sanidad, sin glosas que ayuden a entender la magnitud del horror. Juan Fernández-Cuesta, en la información que ayer publicaba ABC, tampoco se decidía a explicar la frialdad de los datos, aunque en algún pasaje de su artículo vinculaba el aumento de los abortos con el fenómeno de la inmigración, resaltando que son las regiones receptoras de mano de obra extranjera las que más decididamente se emplean en este holocausto silencioso. Pero, como el propio Fernández-Cuesta concluía, resulta un tanto inverosímil (amén de cínico) atribuir a los inmigrantes el aumento de nuestra raquítica tasa de natalidad, a la vez que les endosamos la responsabilidad de esta mortandad vergonzante. Quizá dicha asociación resultara plausible si los inmigrantes hubieran duplicado la población española en los últimos años, como se ha duplicado la cifra de abortos; pero la desproporción entre ambas variables nos obliga a buscar otras razones más profundas.

No nos engañemos. Si en España se aborta cada vez con mayor desparpajo y alegría es porque se está imponiendo una aceptación casi unánime -subrepticia si se quiere, pero de una amoralidad rampante- de lo que, si mis estudios jurídicos no me engañan, sigue siendo un crimen tipificado y sancionado por nuestro Código Penal. Esta anuencia sorda, esta complicidad tácita con el delito, delata la propagación de una enfermedad social de muy difícil remedio, sobre todo si consideramos que son las mujeres más jóvenes las que más resueltamente abortan. Aquí nos topamos con una paradoja que debiera preocupar a nuestras autoridades educativas, pues estas mujeres jóvenes son las destinatarias de esas campañas del póntelo-pónselo y demás variantes del sexo profiláctico con las que se pretendía disminuir el número de embarazos indeseados. A la postre, se ha demostrado que dichas campañas sólo han servido para que la calamidad que se aspiraba a combatir se haya extendido con mayor brío y más sombríos efectos. Pues dichas campañas, lejos de encauzar el instinto sexual de nuestros jóvenes hacia territorios de asumida responsabilidad, lo acicatean insensatamente, al reducirlo a un puro ejercicio lúdico, trivial, casi autista, despojado de hondas implicaciones, en el que no tiene cabida el conflicto de conciencia. Si aceptamos que follar es una práctica hedonista, liberada de trabas afectivas o implicaciones éticas, sólo sometida al empleo de determinados adminículos que la autoridad suministra risueñamente, no debe sorprendernos que, cuando los adminículos faltan o fallan, los damnificados se nieguen también risueñamente a asumir las consecuencias de su desliz; a fin de cuentas, no hacen sino prolongar la aplicación de las enseñanzas que recibieron. Así, abortar -como follar- se convierte en una práctica banal, rutinaria, extirpada de imperativos morales.

Por supuesto, emitir una verdad tan empírica e incontrovertible nos convierte en apestados (quien lo probó lo sabe), pues la perversión social imperante exige que transijamos con el aborto, como si de un remedio benéfico se tratase, o siquiera como un mal menor que evita desgracias más desgarradoras. Pero uno sabe que la verdad, tan molesta e intransigente, le hace libre; también lo condena a la soledad y el ostracismo, pero uno siempre ha cultivado cierta vocación eremítica.


Comite Independiente AntiSida

Identifican una proteína clave en la infección del VIH

El equipo de Nikunj Somia, del Departamento de Genética y Biología Celular de la Universidad de Minnesota, ha identificado una proteína que permite a los virus, como el VIH, infectar las células y extender la infección por el organismo.

DM. Nueva York20/10/2006
Este descubrimiento ofrece un nuevo objetivo terapéutico para el desarrollo de nuevos fármacos que eliminen la propagación del virus. Los resultados del estudio se publican en la edición electrónica de Proceedings of the National Academy of Sciences.

El VIH es un microorganismo que no dispone de las proteínas necesarias para completar por sí mismo su ciclo celular. Para sobrevivir necesita emplear proteínas del huésped al que infecta.

Para empezar a estudiar las proteínas, el grupo de Somia indujo mutaciones en el ADN de las células, a través de la manipulación química de diferentes líneas celulares. De esta forma, alteraron el VIH.

Eliminar la replicación

Determinaron que algunas células se mantenían vivas después de ser infectadas por el VIH. En éstas, el VIH se introdujo en las células, pero su proteosoma destruyó las proteínas y eliminó la capacidad del virus para hacer copias de sí mismo.

Los resultados del trabajo muestran que la activación del proteosoma de las células para destruir los virus puede ser una buena alternativa para evitar la expansión de los virus.

Comite Independiente AntiSida