martes, 26 de agosto de 2014

Adicciones: un carrusel demencial


Una adicción comienza normalmente como una experiencia inocua que desencadena una serie de sensaciones placenteras que generan, a su vez, memorias deleitosas. "En último término, lo que un adicto quiere es recrear esas memorias agradables. El cuerpo sirve como medium para alcanzar ese mundo deseado, una realidad alternativa. Hay por supuesto cambios químicos en el cerebro adicto, pero la adicción suele ser un proceso, no una condición", escribía Venkat Srinivasan en su blog de Scientific American.

Los manuales psiquiátricos distinguen con comodidad el abuso de algunas sustancias como drogas, alcohol o tabaco, pero, salvo con la ludopatía, se muestran inseguros ante conductas adictivas potenciales como las compras compulsivas, el sexo o erotomanía, el ejercicio físico (dismorfia muscular) o ciertos alimentos, como el chocolate o el café. "Si ya es difícil diagnosticar y cuantificar una enfermedad orgánica, cuando se trata de comportamientos la tarea es casi imposible", añade Srinivasan. Y cita el controvertido asunto de la adicción a internet: hay al menos 18 test diferentes que intentan evaluarla, y las prevalencias estimadas van del 2 por ciento de Noruega al 18,3 por ciento de Inglaterra.
"Todas las adicciones son similares en cuanto el afectado anhela en exceso una sensación de bienestar que recibe de los neurotransmisores químicos liberados cuando come, juega, fuma, mantiene relaciones sexuales o toma drogas", explica Noel Voegele, profesor de Psicología Clínica en la Universidad de Luxemburgo.

Los análisis cerebrales con resonancia magnética coinciden en la activación de las zonas de recompensa tanto cuando se fuma un porro como cuando se sacia compulsivamente un ataque de hambre. Psychological Science publicó en mayo un análisis de la Universidad de Dartmouth con 31 mujeres tentadas con alimentos apetitosos: confirmaron esa interacción entre las regiones del autocontrol, como el giro frontal inferior, y áreas subcorticales implicadas en la recompensa, como el núcleo accumbens.

"Esos fallos de autocontrol contribuyen a casi la mitad de las muertes prematuras en Estados Unidos", decían los autores Rich Lopez y Todd Heatherton. "Hay que enseñar vías para resistir tales tentaciones".

Y este mes PLoS One publica un estudio de la Universidad de Cambridge con 19 pacientes afectados por trastorno sexual compulsivo. Hallaron tres regiones más activas en ellos, comparados con los controles: estriado ventral, cingulado dorsal anterior y amígdala, también activas en adictos a drogas.

La clave muchas veces radica en percatarse y controlar, con las ayudas necesarias, esos impulsos irresistibles, patentes en los temblores de la abstinencia o cuando la adicción impide cumplir con las normales tareas laborales, sociales y familiares.
Leído en Diario Médico



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