sábado, 9 de abril de 2005

Gracias Juan Pablo II

Juan Pablo II ha sido el mayor guía del hombre del siglo XX enseñándole el camino de la felicidad. Ha sido el mayor luchador contra los grandes males del mundo: hambre, injusticias, epidemias, muerte, etc. Ha sido el mayor defensor de la vida.

Hay males que son producto del medio donde vive el hombre, son involuntarios, como el último sunami en Asia. Pero otras desgracias, como guerras, injusticias, o el sida, son males en los que es el hombre el que tiene mucha responsabilidad. Ahí es donde casi siempre está el problema, en el hombre, y por ello Juan Pablo II ha dedicado toda su vida a tocar las conciencias de los hombres.

En lo que se refiere al sida, al ser una epidemia estrechamente ligada al comportamiento, hay que agradecer mucho a Juan Pablo II sus continuos consejos al mundo para que el hombre se comporte con dignidad, alejado de conductas proclives al contagio.

Las conductas homosexuales, la promiscuidad, la prostitución o el consumo de drogas, han sido siempre desaconsejados, mientras que la familia, la fidelidad, la vida sana sin drogas, o el verdadero sentido del amor, han sido siempre alabados.

Resulta significativo que países como Costa de Marfil o Filipinas, entre otros, donde la práctica cristiana está bastante generalizada, tengan mucho más bajos los índices de sida que sus países vecinos. En Tailandia, la droga, la prostitución adulta o de menores no son, en la práctica, apenas rechazadas; en Filipinas, al máximo.

De igual forma, Uganda, cuando se ha animado a poner en sus campañas antisida consejos como la abstinencia para los jóvenes, y la fidelidad matrimonial, la reducción de contagios ha sido significativa.

Gracias también, Juan Pablo II, por ser fuerte y hacernos fuertes para no negociar con la muerte. Gracias por desvelarnos el engaño de los que quieren ver en un instrumento medianamente preservativo, la solución de la epidemia del sida, cuando es además, inductor de conductas de riesgo.

Juan Pablo II no fue engañado con el plato de lentejas de un premio Nobel. Es otro premio el que esperaba él, un premio que no tiene ni punto de comparación.

Muchos jóvenes y matrimonios te agradeceremos siempre que nos hayas servido de luz para que no hayamos echado a perder nuestra juventud, o que nuestro matrimonio fuera ahora un infierno, y nuestra vida sigue siendo bella y hermosa.

Muchas gracias por cuidarnos papá.

Comité Independiente Antisida ESPAÑA