jueves, 13 de abril de 2006

La industria del sexo se alimenta de mujeres que han sufrido abusos y abandono"



¿Es posible hablar de prostitución como de un trabajo voluntario o una libre elección? ¿Es posible una sociedad que habla de igualdad y permite la prostitución? Son preguntas que plantea la periodista y socióloga sueca Louise Eek, cuya experiencia anterior como prostituta la hace conocedora de un fenómeno que, afirma, tiene un impacto en toda la sociedad. "Se establece la idea de que si una mujer es prostituible, todas lo son; sólo es cuestión de precio", dice. "En Europa es fácil oponerse al tráfico, pero si se habla de prostitución y libre elección, la gente se echa atrás; para mí son sólo niveles dentro del mismo infierno".

A sus 19, Eek empezó en un club de striptease. Pensaba quedarse sólo una semana; no podía creer que las otras chicas llevaran un año con cinco clientes al día. Pasó dos años y medio. Tras casarse y ser madre, volvería dos veces más a la prostitución: Noruega, Dinamarca... siete años en total: "Cuando la soledad y los flashback te atrapan es fácil volver. Si has sido violada siendo virgen tienes una idea del sexo nada placentera, desligada del sentimiento; te acusas, no importa cuánto ha pasado, y entras en la industria donde tienes que hacer cosas que no habías imaginado. Hay muchas con este trauma difícil de superar. Imaginan que la vida normal será romántica y ante la decepción vuelven, no encajan. Necesitan ayuda, una red nacional, una agenda a largo plazo para socializarlas, y eso no lo incluye la ley sueca. Aún hay prejuicios".

Para Eek, que ha publicado en su país Comprar o ser comprado; libertad y poder en la industria del sexo,separar tráfico de prostitución es sólo cuestión de enunciado. "Claro que dicen que lo hacen por voluntad; yo habría dicho lo mismo, pero ¿qué esperabas? ¿que hablara del abuso que sufrí, del abandono de mis padres, de la angustia? Dicen que no son víctimas y que no necesitan servicios sociales porque quieren dignidad, y discursean sobre la libre elección, pero es una ilusión, libertad en negativo, pues esa situación es sólo mejor que lo conocido".

Los argumentos han variado. En los 70, las mujeres en Suecia decían que ganaban mucho dinero; en los 80 cambiaron a "lo hago porque quiero, ¿algún problema?"; en los 90, lo habían escogido y, a finales de los 90, lo llamaban trabajo."Un gobierno que usa ese término no ha entendido nada", dice Eek. "La sociedad no cambia legalizando el negocio. En Australia es legal desde 1994 y nadie ve a la prostituta de otro modo ni quiere que su hija haga carrera. Si no comprendemos el estigma social y personal que sufre la parte vendedora, no entenderemos por qué sigue ahí. Se ve en general marcada, sucia, marginada, tal vez por su propio estigma interior".

Louise tiene 49 años: ha sobrevivido y eso, dice, no es común. Todas sus colegas en el negocio se han suicidado o han sido asesinadas.

MARICEL CHAVARRÍA - 13/04/2006
ESTOCOLMO. (Enviada especial.)

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