miércoles, 20 de abril de 2011

El tratamiento del sida fracasa en el 12 por ciento de niños europeos con VIH


Tanto la OMS como varias ONG piden formulaciones específicas para ellos

Aproximadamente dos millones de niños viven con VIH en el mundo y unos 700 pequeños mueren cada día por causas relacionadas con el sida. Casi todos han contraído la infección a través de sus madres -durante el embarazo o el parto- y, sin tratamiento, la mitad morirá antes de cumplir los dos años. Los datos, aportados por Médicos Sin Fronteras, ponen de manifiesto la importancia que tienen los fármacos antirretrovirales en esta población. Sin embargo, aunque imprescindibles para salvar vidas, su éxito en los menores seropositivos aún deja bastante que desear.

Un estudio europeo, publicado esta semana en 'The Lancet', muestra que uno de cada ocho niños con VIH desarrolla un triple fracaso virológico, entendido como el fallo de al menos uno de los fármacos de las tres clases de antirretrovirales principales: los inhibidores de la proteasa y los inhibidores de la transcriptasa inversa (que se dividen a su vez en análogos de nucleósidos y no análogos de nucleósidos).

Este fracaso, además de indicar que no se está controlando bien al virus en estos pacientes, supone que existe más riesgo de que aparezcan resistencias y reduce las opciones terapéuticas futuras.

En la investigación, coordinada por Ali Judd, del Medical Research Council del Reino Unido, se analizó a 1.007 niños seropositivos europeos. El 90% pertenecía a cohortes del Reino Unido, Irlanda, España, Holanda y Francia, mientras que el resto procedía de Dinamarca, Italia y Bélgica. Todos tenían menos de 16 años, se habían infectado a través de sus madres y comenzaron la terapia antirretroviral entre 1998 y 2008. El periodo de seguimiento medio fue de 4,2 años.

De los que empezaron el tratamiento con el cóctel de tres antirretrovirales (237 niños, un 24%), un 12% experimentó fallo virológico a los cinco años de iniciar la terapia. Aquellos que habían comenzado a tratarse más tarde, entre los 10 y los 13 años, fueron quienes peor reaccionaron. Los pequeños que tomaban sólo dos medicamentos -un ihnibidor de la proteasa y un inhibidor de la transcriptasa inversa-, en vez de tres, tampoco respondieron igual de bien que los adultos. Los fármacos fallaron el doble de veces en los menores.

Las guías pediátricas recomiendan empezar la terapia antisida en niños lo antes posible. Pero, el reto, según los autores de este estudio es conseguir regímenes que favorezcan la adherencia y que sean más eficaces en la población infantil.

Las causas

La ausencia de regímenes alternativos, la falta de formulaciones especialmente indicadas para los niños y el secretismo con el que todavía hoy en muchos lugares se lleva la enfermedad -especialmente la de los pequeños, porque la familia se siente culpable- dificultan el buen cumplimiento de la terapia y aumenta las posibilidades de que ésta funcione.

En un editorial que acompaña al estudio, firmado por Alexandra L. Calmy y Nathan Ford, de la Campaña para el Acceso a Medicamentos Esenciales de MSF y del Centro de Epidemiología y Enfermedades Infecciosas de la Universidad de Ciudad del Cabo (Sudáfrica), respectivamente, se reconoce que "los antirretrovirales han tenido un efecto importantísimo a la hora de cambiar el curso de la infección en los niños y de reducir la mortalidad". Ahora bien, "tenemos un reto por delante y es conseguir nuevas fórmulas pensadas para ellos".

Conseguir la supresión virológica (que la presencia del virus en sangre sea prácticamente indetectable) es el objetivo del tratamiento antisida, independientemente de la edad del paciente. El problema es que en los niños no se está logrando en el porcentaje deseado. "Las opciones para ellos están muy limitadas".

"De los 22 antirretrovirales aprobados por la Agencia Estadounidense del Medicamento (FDA) cinco no son aptos para niños y seis no cuentan con formulaciones pediátricas", explican. Del resto, o bien hay que cortar las pastillas para adaptarlas al peso del menor o, las que cuentan con formulaciones pediátricas suelen presentarse en forma de jarabe, con un sabor desagradable y los consiguiente problemas de consevación.

Además, las nuevas familias de fármacos que van llegando -como los inhibidores de la integrasa o los antagonistas del CCR5- no están aprobadas para su uso en niños.

Tanto la Organización Mundial de la Salud (OMS) como las ONG insisten en la necesidad y de desarrollar nuevos fármacos pediátricos que combatan el sida. Una petición antigua que, por el momento, sigue sin ser atendida.


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