lunes, 7 de enero de 2013

Entrevista a la mozambiqueña Artemisa Chiziane, activista del proyecto DREAM


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Dirigirse a África con una mirada de esperanza es posible. Dream lo demuestra. Acrónimo de Drug Resource Enhancement against Aids and Malnutrition, desde 2000 es el programa de la Comunidad de San Egidio para la curación del sida en África. 

El sueño es una nueva visión del continente, lejana de los estereotipos y del afropesimismo. Esta vez para África se ha elegido la excelencia de la asistencia, adoptando estándares occidentales. El programa es gratuito, precisamente para superar la extrema dificultad de acceso para las poblaciones a los centros de salud y a los medicamentos. El 1 de diciembre, con ocasión de la celebración del Día mundial de la lucha contra el sida, Benedicto XVI hizo un llamamiento a favor de cuantos están afectados de esta enfermedad, en particular los niños que cada año contraen el virus de sus propias madres, aunque existen terapias, para impedirlo. La primera experiencia concreta de Dream se realizó en Mozambique, convirtiéndose en un modelo practicado eficazmente en otros países de África subsahariana: Angola, Camerún, Guinea, Guinea Bisáu, Kenia, Malaui, Nigeria, República Democrática del Congo y Tanzania. 

Dream ha cambiado significativamente la vida de muchos pacientes, en particular mujeres, implicándolas directamente en la difusión del programa. En Mozambique un grupo de mujeres seropositivas ha fundado la asociación «Mujeres para el sueño». Artemisa Chiziane es una protagonista de este sueño.

¿Cuándo y en qué ocasión ha conocido el centro Dream?

Era 2005. Durante mi embarazo fui para una visita médica al centro de salud de mi barrio, Matola 2. Debí hacer el test del sida, porque de otro modo no habría sido posible abrir la historia clínica. Éramos diez mujeres: siete resultaron seropositivas, incluida yo. No fue fácil afrontar esta noticia. Estaba muy asustada, pero no lograba llorar, porque ya había notado los primeros síntomas de la enfermedad, por tanto, no tuve ninguna duda cuando me comunicaron el resultado. Hice todos los análisis en el centro Dream y el médico decidió que tenía que iniciar inmediatamente el tratamiento antirretroviral, la así llamada triterapia, para evitar la transmisión del virus a mi hijo.

¿En qué consiste el programa Dream?

Se trata de una acción completa de control, prevención y tratamiento, o sea, de lucha global contra la infección del sida. Para la Comunidad de San Egidio es fundamental el valor de la persona, y Dream nace con el objetivo de conjugar prevención y terapia farmacológica del sida también en África subsahariana, tal como sucede en Occidente. El principio es que no basta prevenir, sino que es necesario salvar vidas, mientras que el objetivo de la terapia para las mujeres embarazadas es garantizar una generación libre del sida.

¿Por qué precisamente Mozambique?

La Comunidad de San Egidio está histórica y profundamente ligada a Mozambique, por haber facilitado los acuerdos de paz firmados el 4 de octubre de 1992.

¿Cuáles son los principales desafíos que la Comunidad de San Egidio debe afrontar?

El mayor éxito ha sido hacer nacer diez mil niños sanos de madres seropositivas en Mozambique, así como haber salvado a las madres gracias a la terapia antirretroviral. Es como mi historia. Pero es necesario que este milagro sea aún posible para todas las madres seropositivas. Hoy el gran desafío es trabajar juntos en el ministerio de Salud para dar esta esperanza a todos. El modelo debe llevarse a todas las provincias, para ayudar a las mujeres a tener hijos sanos. Es necesario salvar a las madres, especialmente en las zonas rurales, donde la población no tiene acceso a los medicamentos y no dispone de hospitales en las cercanías ni información adecuada. Las personas que todavía se dirigen a los sanadores, los curandeiros, si tuvieran una información correcta por parte de las activistas de Dream, cambiarían de idea: ¡las creencias pueden cambiar, la mentalidad puede cambiar!

¿Cómo ha nacido el movimiento de las activistas y cuán importante es esta figura, a la que acaba de aludir?

Soy una activista muy orgullosa de serlo. Se trata de una tarea delicada, porque nosotros activistas nos relacionamos directamente con los pacientes, trabajando en primera línea. Alentamos y apoyamos a los enfermos y a sus familias. Vamos a sus casas, prestando un servicio de orientación en varios niveles: alimentación, higiene, correcta suministración y toma de medicamentos y apoyo psicológico. Garantizamos una presencia constante en todos los centros Dream, para acoger a los enfermos que llegan por primera vez y deben iniciar la terapia antirretroviral, infundiéndoles fuerza y valentía. Participamos en las campañas de información, ya sea en los barrios ya sea en los lugares de trabajo. Somos el ejemplo viviente de que es posible vencer la batalla contra el sida.

¿Qué ha aprendido de su historia personal y cómo ha cambiado su visión de la vida? ¿Y qué papel desempeñan la formación y la educación?

He encontrado energías nuevas y una esperanza que no tenía antes de la enfermedad. He descubierto sobre todo la fuerza del amor que me lleva a ayudar a los demás con sentido de responsabilidad, dedicación y disciplina. He aprendido que los antirretrovirales son para mí el sol del futuro. Con respecto a la formación, todos los años nosotras las activistas frecuentamos un curso de actualización. Creo además que la educación es fundamental, no solo la educación sanitaria, sino sobre todo la educación moral y cívica, la educación personal, porque devuelve, promueve la dignidad. Ser seropositivos no significa el fin de la vida.

En este momento, ¿qué trabajo realiza?

Soy coordinadora del centro de nutrición de Matola. Nuestro centro es frecuentado diariamente por cerca de ochocientos niños. Tenemos también un parvulario, a escolinha, frecuentado en su mayor parte por «niños Dream», nacidos gracias al programa. En nuestro trabajo nos ayudan los adolescentes que precedentemente frecuentaron el centro, y este intercambio es muy importante para los niños.

¿Qué papel pueden desempañar las mujeres mozambiqueñas y, en general, las mujeres africanas en la lucha contra el sida? ¿Cómo pueden contribuir a cambiar el destino de África?

Nosotras las mujeres somos los pilares de la sociedad en cualquier rincón del mundo. Por doquier somos portadoras de vida y de esperanza, pero el flagelo del analfabetismo femenino en África representa todavía uno de los mayores frenos para el desarrollo. Podemos cambiar nuestro destino solo a través del conocimiento, la instrucción, la educación de los hijos y de los esposos, la formación profesional y el trabajo. Según un antiguo proverbio africano, ¡quien educa a una mujer educa a una nación!

A la luz de su experiencia, ¿qué valor tienen la fe y la esperanza?

El valor de la esperanza es la vida que he tenido hasta ahora. No estaría viva, sino no hubiera tenido paciencia y fe. El diálogo diario que mantengo con Dios me da la fuerza para ayudar a los demás.

¿Cuál es el sueño de su hijo más pequeño, Hilário?

Tiene apenas siete años, y por ahora no habla de sueños, pero ciertamente los tiene. Nació sano gracias al programa Dream, y espero que pueda estudiar medicina, para poder ayudar a las personas que sufren.

Artemisa Chiziane, nacida en Mandjakaze (Gaza), Mozambique, el 14 de octubre de 1978, se trasladó de pequeña con los padres a Maputo a causa de la guerra civil. Madre de cinco hijos, el más pequeño de los cuales Hilário, nació sano gracias al Programa Dream. Vive en Boane (periferia de Maputo) con sus tres hijos menores. Activista del Programa Dream, es coordinadora del Centro de nutrición de la Comunidad de San Egidio en Matola (Maputo). Su deseo es convertirse en enfermera. 

Alicia Lopes Araújo
Publicado en LOR


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