domingo, 10 de octubre de 2004

Vacuna contra el VIH/SIDA: responde José Esparza


El doctor José Esparza es coordinador de la Iniciativa Conjunta por una Vacuna contra el SIDA de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y del Programa de las Naciones Unidas contra el SIDA (ONUSIDA).

Este especialista en virología y biología celular, oriundo de Venezuela, se ha dedicado de lleno al tema desde 1996.

BBCmundo.com 25-10-04

En su experiencia, ¿será posible conseguir la vacuna contra el SIDA a mediano o largo plazo? .

A mediano o largo plazo sí, pero no a corto plazo.

Estamos convencidos de que una vacuna contra el SIDA sí se puede conseguir porque experimentos hechos en animales, particularmente en monos, nos han demostrado que hay vacunas experimentales que protegen.

El reto es pasar esa información a humanos y eso va a requerir mucho trabajo y varios años de investigación.

¿Podría explicarnos en términos sencillos, no clínicos, cuál es la dificultad por la que aún no existe una posibilidad concreta para descubrir una vacuna contra el SIDA?

El desarrollo de una vacuna contra el SIDA es el reto científico más importante que la ciencia médica enfrenta en este momento.

Las razones son: no sabemos qué tipo de respuesta inmunológica es capaz de proteger contra la infección por el VIH. Digo esto porque las personas infectadas desarrollan todo tipo de respuestas inmunes, y esas respuestas inmunes no son capaces de controlar la infección por el virus, de manera que no tenemos una guía que nos diga qué tipo de respuesta inmune una vacuna debe inducir.

La segunda razón es la variabilidad genética del virus. Este virus muta con mucha frecuencia y no es fácil diseñar una vacuna que sea protectora contra todas las posibles mutaciones del virus.

Si la vacuna contra el VIH resultase de muy costosa elaboración, ¿cuál sería el plan para hacerla accesible a los sectores más necesitados?

¿Hace falta incrementar las inversiones económicas para la investigación por parte de los laboratorios?.

Ciertamente, el mundo está invirtiendo en el desarrollo de una vacuna contra el SIDA, pero no es suficiente.

La inversión global por año en el desarrollo de vacunas para el SIDA está en el orden de US$500 a US$600 millones por año, que definitivamente no es proporcional a la severidad del problema. Y la mayor parte de esta inversión viene del sector público.

La industria farmacéutica no invierte lo suficiente en el desarrollo de vacunas, y eso tiene razones de tipo comercial. El desarrollo de vacunas no es rentable para la industria farmacéutica. Y no sólo hablamos de vacunas contra el SIDA, sino de cualquier vacuna.

El desarrollo de drogas es mucho más rentable, entonces son fuerzas del mercado las que hacen que el esfuerzo de las farmacéuticas se vaya hacia drogas (para tratar el mal) y no hacia vacunas.

La OMS ha estado trabajando con ONUSIDA en los últimos años en tratar de entender cuántas dosis de vacunas necesitaríamos cuando la vacuna se desarrolle, cómo la vamos a utilizar, cuáles serían las políticas de los países para iniciar campañas de vacunación, cuál sería el costo de estas campañas de vacunación que no solamente es el costo de la vacuna, sino de los sistemas de distribución de la vacuna.

De manera que estamos haciendo esto en preparación para el momento cuando tengamos la vacuna, y no tengamos que esperar años entre el descubrimiento de una vacuna y su uso en las poblaciones que la necesitan.

Entonces, ¿para las farmacéuticas es mejor curar que prevenir?

El problema es el siguiente: para que la gente compre una vacuna, debe ser relativamente barata. De hecho, tenemos la experiencia con vacunas para enfermedades de la infancia, que cualquier vacuna que cueste más de un dólar no es accesible a los países pobres.

La otra razón por la cual no es rentable es que la vacuna se utiliza una vez, o quizás muy pocas veces en la vida se requieren refuerzos. Esto es muy diferente de las drogas, en que los pacientes que están sufriendo una enfermedad, SIDA u otra, están mucho más motivados a invertir una mayor cantidad de dinero en comprar su medicamento y en utilizarlo regularmente.

La forma de responder a esto es que, aunque la vacuna costaría muy poco, se le administraría a millones y millones de personas, de manera que sí podría hacerse un argumento económico que haría rentable el desarrollo de vacunas.

Con todo y eso, se necesitaría una inversión pública importante, tanto en el desarrollo de la vacuna como, más tarde, en la compra y la distribución de esa vacuna.

¿Cuánto se tendría que invertir (frente a los actuales US$500 millones por año)?

Cuánto sería el óptimo es muy difícil decirlo en este momento, pero yo diría que habría por lo menos que triplicar o cuadruplicar esta cantidad, porque necesitamos más investigación en dos extremos: uno, en el extremo del laboratorio, en desarrollar vacunas experimentales más potentes que las que tenemos ahora, basados en los resultados con animales; pero también, muy importante, es asegurar que tenemos poblaciones donde estas vacunas puedan probarse en voluntarios humanos, con los mejores niveles éticos y científicos.

Hay que recordar que las vacunas no se desarrollan solamente en el laboratorio; las vacunas hay que probarlas en pruebas clínicas en humanos, y esas pruebas son muy complejas desde el punto de vista logístico, científico y ético.

Usted hablaba de los costos de esta vacuna, pero ¿también implica mayor cooperación internacional?

Evidentemente, yo creo que el reto que tenemos es, de una manera sistemática, estudiar los diferentes tipos de vacuna que se están desarrollando en el laboratorio.

Tenemos que estandarizar métodos de laboratorio que nos permitan comparar los resultados que se obtienen de un producto a otro, de una compañía farmacéutica a otra, de manera que no solamente necesitamos una mayor inversión sino una mejor colaboración internacional, para que de forma sistemática vayamos respondiendo, una a una, las preguntas que nos llevarán eventualmente a una vacuna efectiva para el SIDA.

¿Cuál es el máximo avance, particularmente en su investigación, para la vacuna contra el SIDA?

Déjame aclarar que mi trabajo en la OMS es coordinación de investigación, de manera que yo no tengo una vacuna "mía" en particular, sino que tratamos de facilitar la evaluación y desarrollo de vacunas que son producidas por diferentes agencias, por la industria farmacéutica.

Han habido avances importantes. Sabemos que se pueden proteger animales con vacunas experimentales. El reto nuestro ahora es trasladar esa información a pruebas clínicas.

La combinación de vacunas es también otro reto, porque creo que, en el caso de las vacunas contra el SIDA, a diferencia de otras vacunas, vamos a tener que utilizar lo que llamamos 'primo vacunación y refuerzo' con diferentes tipos de vacuna. Entonces tenemos muchas combinaciones de diferentes tipos de vacuna, que aumentaría la necesidad de hacer un número mayor de pruebas clínicas en diferentes partes del mundo.

En los últimos 15 años se han probado cerca de 30 productos diferentes en aproximadamente 80 pruebas clínicas, que llamamos de fase 1 o de fase 2, o sea pruebas que se hacen en un número relativamente pequeño de voluntarios -entre 20 y 50, en general- y esas pruebas se hacen para verificar que esas vacunas son seguras.

Pero también las pruebas sirven para ver si la vacuna induce respuestas inmunológicas que podrían conferir protección contra el VIH.

Y ha habido, en estos últimos 15 años, una evolución muy importante de nuestro conocimiento de cómo hacer vacunas.

Las primeras vacunas eran basadas en la envoltura de proteína del virus, y estaban básicamente dirigidas a producir anticuerpos.

Las vacunas de segunda generación están diseñadas para producir inmunidad celular, utilizando ADN (del VIH) o lo que llamamos vectores vivos.

Hoy día, el esfuerzo por la vacuna es el de la combinación, pero también utilizar la biología estructural, para diseñar candidatos vacunables que sean mucho más efectivos.

La primera generación de vacunas no ha sido lo suficientemente inmunogénica como para que asegure una eficacia en prevenir la infección por el VIH.

De manera que todavía tenemos mucho que aprender en el laboratorio, y también mucho que aprender en pruebas clínicas.

Una vacuna vs. el SIDA, ¿curaría a los enfermos y portadores de VIH o no funcionaría en ellos? ¿Qué tan cerca se está de obtener una cura segura tanto en una vacuna, como en otro medicamento como droga o antiviral?

Las vacunas tradicionalmente son preventivas. Se las administra a personas sanas, para hacer a estas personas resistentes a la infección.

Ahora, las vacunas también se pueden utilizar de manera terapéutica. Esto es cuando la vacuna se la administra a la persona infectada, y normalmente esto se hace en combinación con drogas antirretrovíricas, para tratar de atacar al virus por los dos flancos: por el flanco de la quimioterapia, que son las drogas, y por el flanco de mejorar la respuesta inmunológica (del paciente) que pueda contribuir a erradicar el virus.

Ahora, en relación a la curación, yo creo que no podemos decir que en este momento el SIDA sea una enfermedad curable. No lo es; no podemos erradicar el virus de una persona infectada.

Lo que sí podemos hacer, con combinaciones de drogas -los famosos "cocteles"- es controlar la multiplicación del virus a un punto que la persona no progrese en su enfermedad, y su calidad y su cantidad de vida mejore considerablemente.

Volviendo al tema de los costos y los preparativos de un plan para que una eventual futura droga esté disponible en todo el mundo, ¿cuáles son las lecciones aprendidas?

En primer lugar estamos aprendiendo lecciones del acceso a drogas antirretrovirales, porque hay lecciones del punto de vista de patentes, lecciones del punto de vista de fondos para compra de drogas, etc.

Pero en el caso específico de vacunas, estamos, como mencioné antes, identificando las políticas para el uso de vacunas, las poblaciones a las cuales se deberían vacunar y esta información nos ha permitido estimar el número de dosis que se requerirían en los primeros años de una campaña de vacunación, que son varios millones de dosis.

Esta información es importante por dos razones: una, porque es una señal a la industria farmacéutica de que la comunidad de salud pública internacional está seriamente planificando cómo será una vacuna, de manera que si la industria farmacéutica y los laboratorios de investigación desarrollan una vacuna, ya existe un plan para su uso.

La segunda razón es, como decía, para acortar el tiempo entre el descubrimiento de la vacuna y su uso en las poblaciones que la necesiten.

Esparza, como venezolano, como latinoamericano, encargado de un programa de esta magnitud, ¿cuál es su mensaje ante este nuevo Día Mundial de la Lucha contra el SIDA el 1º de diciembre?

Ésta es una epidemia que no tenemos bajo control, una epidemia que nos está ganando en la carrera.

Hay un entusiasmo muy grande en el mundo porque, por primera vez, creemos que podemos llevarle drogas antivíricas a los pacientes infectados (con el VIH), a los pacientes viviendo con SIDA en el mundo, que es un reto muy grande.

Pero lo que estamos haciendo es implementando el "plan B", que es darle tratamiento a aquellas personas que nosotros no pudimos evitar que se infectaran.

Creo que el esfuerzo del plan B debe continuar; es importante, es una obligación moral nuestra.

Pero no podemos olvidar que una obligación incluso mayor es la de evitar que las personas se infecten; de manera que la prevención debe continuar siendo nuestra mayor prioridad.

Y prevención son muchas cosas: prevención es una vida sexual segura, sana; es microbicidas; es vacunas.

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