miércoles, 10 de enero de 2007

Cómo Abbott protegió una droga para el sida





El alza de 400% en el precio de una medicina antigua, Norvir, ayudó a las ventas de otro fármaco más rentable, el Kaletra.

La Nación.

Hacia fines de 2003, la farmacéutica estadounidense Abbott Laboratories comenzó a preocuparse por la nueva competencia que amenazaba a su medicamento insignia contra el sida, Kaletra. Para su contraataque, la empresa aprovechó un arma inusual que ayudó a que las ventas globales de Kaletra alcanzaran los US$ 1000 millones al año, incluso exponiendo su imagen a críticas que afirmaban que estaba poniendo en peligro a los pacientes.


El arma era Norvir, un medicamento más antiguo de la empresa para tratar el sida que es fundamental en los regímenes de medicamentos que reciben los pacientes con el síndrome de inmunodeficiencia adquirida y que incluyen píldoras fabricadas por laboratorios rivales. Documentos revelados anteriormente y correos electrónicos revisados por The Wall Street Journal muestran cómo los ejecutivos de Abbott analizaron formas para disminuir el atractivo de Norvir, con el objetivo de presionar a los pacientes a abandonar los medicamentos rivales en el ‘cóctel’ y pasarse a Kaletra.


En un punto de las conversaciones, se debatió la posibilidad de retirar las pastillas de Norvir del mercado estadounidense y vender la medicina en una fórmula líquida que, en opinión de un ejecutivo de la propia Abbott, tenía sabor a vómito. El razonamiento era que el mal sabor desalentaría el uso de Norvir y, por ende, las medicinas de sus competidores.


Además, Abbott podría argumentar que necesitaba las pastillas de Norvir para sus esfuerzos humanitarios en Africa. Otra propuesta era dejar de vender Norvir.


Pero fue una tercer opción la que tuvo más acogida: quintuplicar el precio de Norvir. Un documento interno advirtió que la decisión haría que Abbott apareciera como una "farmacéutica maliciosa y codiciosa". Pero los ejecutivos contaban con que un alza en el precio de Norvir ayudaría a las ventas de Kaletra y apostaron a que cualquier controversia se disiparía con el tiempo.


Tenían razón. Las ventas de Kaletra en Estados Unidos crecieron un 10% durante los dos años siguientes. Algunos se quejaron de que el aumento de precio hacía más difícil que los pacientes que necesitan combinaciones de medicamentos, incluyendo Norvir y otras píldoras de la competencia, pudieran costearlas. Después de la controversia inicial, las críticas se diluyeron, en parte porque Abbott eximió del incremento de precio a los planes de salud del gobierno estadounidense y a los programas de ayuda con medicamentos contra el sida.


Una mirada tras bambalinas


El debate sobre Norvir al interior de Abbott provee una mirada poco frecuente a los esfuerzos de las farmacéuticas por maximizar sus ganancias y reducir las de sus competidores.


La industria ha sido criticada en los últimos años por utilizar tácticas como la promoción excesiva de productos que ofrecen pocas ventajas sobre medicamentos más antiguos y pagar a fabricantes de genéricos para que retrasen la introducción al mercado de sus versiones de menor precio. El de Norvir es un caso en el que una compañía aprovechó su monopolio sobre un medicamento para proteger las ventas de otro más rentable.


Melissa Brotz, portavoz de Abbott, asegura que la compañía nunca consideró seriamente sacar a Norvir del mercado global o retirar su versión en píldora del mercado estadounidense. Abbott niega que haya subido el precio de Norvir para proteger a Kaletra y afirma que el incremento no afectó a sus competidores, ya que sus medicamentos continuaron ganando participación de mercado y posteriormente elevaron sus propios precios. También indicó que la intención del aumento de precio era reflejar de mejor manera el valor médico de Norvir después de años de ser subestimado.


La fiscal general del estado de Illinois, Lisa Madigan, ha investigado el alza de Abbott por tres años, y cree que puede haber violado la ley de fraude al consumidor y prácticas de negocios leales. Una demanda interpuesta ante una corte de distrito en los Estados Unidos. por parte de dos pacientes con sida y el Service Employees International Union Health and Welfare Fund sostiene que Abbott infringió las leyes antimonopolio al usar su poder de mercado para impulsar las ventas de Kaletra. El caso pasará a juicio a principios de 2008.


En la década de los 90, una nueva clase de medicamentos llamados inhibidores de proteasa revolucionó el tratamiento del sida.


Al impedir la habilidad del virus de inmunodeficiencia humana de reproducirse a sí mismo, estas drogas transformaron la enfermedad de una sentencia de muerte a un mal crónico y manejable para muchos pacientes.


Norvir, que fue aprobada en los Estados Unidos en 1996, es un inhibidor de proteasa. Serios efectos secundarios prevenían que fuera usado individualmente. Pero Abbott detectó que, en pequeñas dosis, Norvir aumentaba la efectividad de otros inhibidores de proteasa. Poco después, Norvir comenzó a usarse ampliamente en las combinaciones que toman los pacientes con sida.


En 2000, Abbott lanzó Kaletra, el cual combinaba un nuevo inhibidor de proteasa fabricado por Abbott con Norvir, todo en una sola píldora.


La efectividad de Kaletra y su conveniencia rápidamente la convirtieron en la medicina más popular contra el sida, con un 35% del mercado de inhibidores de proteasa para 2003 y ventas anuales en los Estados Unidos de cerca de US$ 400 millones.


En cambio, Norvir, cuando se vendía individualmente, generaba menos de US$ 50 millones al año en los Estados Unidos.


En junio de 2003, la farmacéutica estadounidense Bristol-Myers Squibb Co. presentó un nuevo inhibidor de proteasa llamado Reyataz. Bristol-Myers publicó un estudio, financiado por la compañía, que sugería que Reyataz, amplificado con Norvir, era tan efectivo como Kaletra para mantener al VIH bajo control y tenía un mejor efecto en los niveles de colesterol de los pacientes. Reyataz también era más práctico porque requería ingerir menos pastillas al día.


Cuando Reyataz comenzó a ganar participación de mercado, los ejecutivos de Abbott consideraron formas de proteger las ventas de Kaletra.


En diciembre de 2003, Abbott implementó su decisión final: un incremento del 400% en el precio, lo que convirtió a Kaletra en la opción más barata para los pacientes de sida en los Estados Unidos.


El aumento subió el costo de otros regímenes de medicamentos que involucraban Norvir en hasta US$ 11.000 al año.


Tal como Abbott había previsto, el alza generó controversia. Los activistas contra el sida protestaron frente a la sede de la compañía en Chicago y en su asamblea anual de accionistas. Trescientos doctores unieron fuerzas para boicotear los productos de Abbott y prohibieron la entrada a sus oficinas de los vendedores de la compañía.


Abbott eximió del alza a los programas de asistencia del gobierno central y de los estados. También anunció que expandiría su propio programa de asistencia a los pacientes.


Esto permitió que la compañía argumentara que el peso del incremento estaba siendo absorbido por las aseguradoras de salud privadas, no los pacientes.


Por John Carreyrou

The Wall Street Journal

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