lunes, 2 de agosto de 2004

Ten cerebro, pasa de la coca

La FAD recupera la imagen del gusano en su campaña estival contra el consumo de cocaína

Un libro-documento se adentra en el oscuro mundo de la prostitución en Asia

Al mismo tiempo que en Tailandia se celebraba la XV Conferencia Mundial sobre el SIDA, la prensa –con excepciones- dejaba sin recoger una de las grandes tragedias de ese país, y que tanto le ha ayudado al progreso del sida, la prostitución.

Zígor Aldama ha dedicado los últimos cinco años de su vida a viajar a distintos países de Asia -Tailandia, China...-, interesado sobre todo por las contradicciones que se viven en ellos, donde el respeto de las tradiciones milenarias convive con el cada vez más emergente comercio sexual de adolescentes o niños. «Asía, el burdel del mundo», el libro que acaba de publicar, reúne gran parte de las conversaciones que Aldama ha recogido a su paso por más de una veintena de prostíbulos donde ha comprobado «una realidad dura», sin apenas visos de cambio para el futuro.

La violación es el primer paso que desencadena la caída en el vacío de estas niñas o adolescentes, que suponen el mayor atractivo de este negocio. «Cuando una mujer ha perdido la virginidad en Asia, pierde también su valor, por lo que se ve abocada a convertirse en una niña de la calle de un país del tercer mundo, conocido además por la pederastia». Paradójicamente en Asia, la mujer es el pilar de la familia y de la sociedad pero aún así «se la considera una mercancía», apunta el periodista.

Un negocio rentable

El sida es otro de los grandes problemas colaterales de la prostitución. «La OMS dice que Asia es el campo en el que más se va transmitir esta enfermedad de aquí a una década». Para Aldama el turismo sexual no es el principal motor de la prostitución infantil y juvenil que se produce en Asia, «ya que sus principales clientes, en un 95 por ciento, son hombres locales. El turismo sexual tiene una gran importancia en el plano económico pero no es la razón de que exista la prostitución masiva». Y añade, «lo más fácil a veces es echar la culpa a Occidente de lo que allí sucede». Un dato: «Al año viajan 10 millones de turistas a Tailandia, de los que 500.000 mil buscan estos servicios. En ese periodo de tiempo, 4.600.000 tailandeses hacen lo mismo». Y es que las cifras son escalofriantes, basta con comprobar que entre un 2 y un 14 por ciento del producto interior bruto procede de este tipo de prácticas.


En cuanto al origen del problema, para el periodista vasco se encuentra en los valores de la sociedad. «En el hecho de que la mujer sea considerada una posesión y una mercancía de su familia. Cada vez es más normal que sean vendidas a cambio de bienes de consumo». Reconoce que aunque existen leyes contra estas prácticas, en general se hace la vista gorda, «la corrupción es tal en estos países, que las leyes se convierten en papel mojado».

Los precios de las chicas pueden alcanzar los 1.000 euros, más los gastos de gestionar el papeleo. La adquisición más barata es la de las jóvenes de Birmania, que no tienen papeles. Por el precio de 100 euros se puede comprar una, «y si te casas la puedes abandonar donde quieras». La falta de control en las fronteras facilita este negocio. «220.000 mujeres son víctimas del tráfico sólo en el sudeste asiático».

Aldama no ve una solución a medio plazo: «Lo que hacen las ONG´s es muy loable pero es una gota en el océano. Las iniciativas tendrían que salir de los propios gobiernos».

ABC 12-7-04