miércoles, 11 de mayo de 2005

El tratamiento perinatal frente al VIH retrasa la progresión de la infección


La administración del triple tratamiento antirretroviral de manera precoz en recién nacidos infectados por VIH retrasa la progresión de la infección y mejora la tasa de supervivencia, según un estudio coordinado por David Berk, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, en California (Estados Unidos), que se publica en el último número de The Journal of the American Medical Association.


El trabajo contó con la participación de 205 recién nacidos, 134 de los cuales recibieron tratamiento antirretroviral y terapia profiláctica contra la neumonía por Pneumocystis jiroveci, o sólo el tratamiento antirretroviral. A los tres años, el 40 por ciento de los pacientes progresaron a la forma más severa de la enfermedad y el 41 por ciento de estos niños fallecieron. Los niños no tratados tenían más posibilidades de progresar a formas más graves de la enfermedad, mientras que sólo 23 de los niños que recibieron el triple tratamiento antirretroviral desarrollaron síntomas muy graves.

No obstante, incluso los tratamientos que incluyen sólo uno o dos fármacos, iniciados a partir del segundo mes de vida, se asociaron con un retraso en la aparición de síntomas graves en comparación con los que no recibieron terapia.

"Existe cierta controversia sobre el momento en el que se debe iniciar la terapia antirretroviral y cuál es la opción terapéutica más adecuada en los recién nacidos infectados por VIH. Nuestro trabajo muestra que la terapia siempre es útil, incluso cuando se realiza una monoterapia precoz, ya que tiene un claro efecto protector a corto plazo. En todo caso, es imprescindible realizar un diagnóstico precoz", ha señalado Berk.

Evolución de la terapia
El tratamiento antirretroviral en pacientes pediátricos infectados por el VIH ha evolucionado de regímenes con uno o dos inhibidores de la transcriptasa inversa análogos de nucleósidos hacia pautas que también incluyen no análogos de los nucleósidos e inhibidores de la proteasa (IP). Sin embargo, no existen trabajos que documenten de qué manera los nuevos tratamientos se han ido integrando en la práctica clínica. Según un estudio coordinado por Susan Brogly, de la Universidad de Harvard, en Boston (Estados Unidos), que ha analizado el uso de los distintos tratamientos en los últimos años, en 1997 era más frecuente el uso de pautas con uno o dos análogos de los nucleósidos, mientras que apenas dos años después la aprobación de los IP hizo que éstos se incorporaran inmediatamente al régimen, lo que demuestra que el espacio de tiempo entre el lanzamiento de los nuevos fármacos y su utilización es muy pequeño. /span>