martes, 19 de mayo de 2009

El sida retrocede en Andalucía, pero en Cadiz crece un 60%


El importante retroceso que experimentó el sida en Andalucía durante el pasado año tuvo su contrapunto en la provincia de Cádiz, donde el número de casos aumentaron en un 60%.
Según datos facilitados ayer por la Consejería de Salud de la Junta de Andalucía, en Cádiz se contabilizaron un total de 16 nuevos casos de sida el pasado año, cuando esa cifra fue de 10 en 2007. Esto supone una media de 13,1 casos por cada millón de habitantes en Cádiz. En Andalucía esa media en 2007 fue de 33,52 por cada millón.

En total, en la comunidad autónoma el número de nuevos enfermos afectados por el síndrome de inmuno deficiencia adquirida bajó un 33% en 2008.

Fueron en total 145 nuevos casos los registrados el año pasado en Andalucía, por los 217 de 2007.

La cuarta
Con estas cifras, Cádiz es la cuarta provincia en número de casos. A los ya reseñados 16 nuevos enfermos les superan los 56 de Málaga, que, con diferencia, fue la que más afectados registró el pasado año. En Almería hubo 19 casos, al igual que en Granada. En Sevilla y Jaén se registraron 12, en Huelva 7 y en Córdoba 4.
En términos generales, quienes enferman de sida cada vez son personas de más edad. La Consejería de Salud destaca que la media está cercana a los 41 años, cuando a finales de los ochenta era de 29.

Salud atribuye este retraso a la efectividad de los nuevos tratamientos que se les administra a los portadores del virus del VIH. Por otra parte, la dolencia sigue afectando más a hombres que a mujeres. De esta forma, hay cinco diagnósticos a hombres por uno de mujer. En total, el 83% de los casos en Andalucía son de enfermos varones y el 17% restante de mujeres.

Este porcentaje se ha inclinado más hacia los enfermos varones respecto a 2007, cuando el desglose de porcentual era de un 78,36% de casos de hombres por un 21,34% de mujeres. Esto es, tres diagnósticos en enfermos por cada uno femenino.



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En España la Ministra te consideraría delincuente


El 4 de febrero de 2008, el doctor Fernando Orrego, de la Facultad de Medicina de la Universidad de los Andes, se refería al informe International Family Planning Perspectives de 1999 del Guttmacher Institute, una entidad abortista y partidaria de los anticonceptivos. El citado informe analizó 25 estudios con 1151 personas sin VIH que mantenían una relación exclusiva con una pareja seropositiva. El doctor Orrego extraía del citado informe unas conclusiones que posiblemente le habrían acarreado en España ser acusado sin más de un atentado contra la salud pública. Copio:

De esta relación se calcula una efectividad promedio de los preservativos de 86,6%, cifra que está lejos de un 100% de efectividad. Estos datos fueron obtenidos de estudios controlados en los que se entrenaron a las personas en el uso “correcto” del preservativo y se les proporcionó preservativos de óptima calidad. En cambio, en el mundo real, en que hay muchas más fallas de los usuarios o de los preservativos, se acepta que la efectividad de estos es bastante menor.”

Frente a estos datos científicos, hay Gobiernos como el español que insisten en sostener que el preservativo es la panacea en la lucha contra el SIDA, y que su eficacia es total en la prevención de contagios de esa enfermedad. En resumen, que Gobiernos como el nuestro mienten a los ciudadanos, atribuyendo a los profilácticos una eficacia de la que carecen y dando a quienes los usan una sensación de falsa seguridad, lo cual en un ambiente de promiscuidad sexual -como el que ha promovido el PSOE propiciando una idea totalmente irresponsable de la sexualidad- puede convertirse en una gran fuente de contagios.

El pasado mes de marzo, sin ir más lejos, Jesús Santos, médico de la Unidad de Enfermedades Infecciosas del Hospital Clínico de Málaga, comentaba sobre el SIDA que “se ha perdido el miedo a la enfermedad”. En una década, en esa provincia los nuevos contagios de SIDA por vía sexual han pasado del 40% al 90% de los casos, y eso con las machaconas campañas a favor del uso de condones, que además han disparado los embarazos inesperados como ya apunté aquí en diciembre.

Lo más sorprendente es que estas campañas que informan mal y promueven una sexualidad irresponsable, lo cual sí que es un daño contra la salud pública, son promovidas por Gobiernos como el nuestro que después aún tienen la cara de acusar de esos daños a quienes alertan de las consecuencias negativas que están teniendo esas campañas no sólo en lo que respecta a contagios de SIDA, sino también en el aumento de los embarazos inesperados.

El pasado día 11, sin ir más lejos, el Arzobispo de Granada, Monseñor Javier Martínez, alertó de estos hechos al tiempo que denunciaba la hipocresía de las campañas del preservativo en África, donde en Ghana, por ejemplo, mueren todos los días “niños deshidratados a causa de una simple colitis, por falta de suero fisiológico”, en medio de una abundancia de “cajas y cajas de preservativos que ciertas compañías americanas y europeas les enviaban gratis, hasta no saber qué hacer con ellos”. Monseñor Martínez iba más allá en su denuncia y afirmaba:

“¿Quiénes, qué poderes y qué industrias, se benefician de la despoblación de África, y piensan ya sin duda en los futuros beneficios de sus inmensas riquezas y reservas naturales?”

Por lo que parece, deben ser los mismos que financian las campañas electorales de ciertos partidos políticos. Sólo así se entiende que la Ministra de Sanidad, Trinidad Jiménez, haya acusado a Monseñor Martínez de “atentar contra la salud pública”, una calumnia que obvia que el Art. 359 y ss. del Código Penal no tipifica por ninguna parte delito alguno contra la salud pública que se corresponda con las declaraciones del Arzobispo. ¿Será que el Gobierno pretende instaurar el delito de opinión, como en la dictadura, promoviendo la persecución contra quienes discrepen de los dogmas ideológicos del PSOE?


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La COMUNITÀ INCONTRO





La COMUNITÀ INCONTRO propone un programa de recuperación libre de metadona, fármacos y/o cualquier sustancia substitutiva, en un ambiente sano y de camaradería, donde se pretende que cada uno encuentre su verdadera dimensión como persona. El valor es el del respeto a la persona, por lo que no se hace distinción de raza, religión o ideología.

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