viernes, 13 de enero de 2006

El sida siembra la polémica en el fútbol canadiense

Otra vez un seductor, contaminador. La justicia no ha tenido mas remedio que hacer pública su identidad y su condición de portador VIH

Trevis L. Smith, jugador de un equipo de fútbol canadiense, casado y con dos hijos, fue arrestado recientemente acusado de un delito sexual grave. Muchos seguidores de ese deporte pensaron que se trataba de una estrella más que había abusado de una fama mal asimilada y que su caso pronto se olvidaría. Sin embargo, las cosas se han complicado al revelar la policía montada de Canadá que Smith es VIH positivo.

La noticia de que este deportista tiene sida ha conmocionado al mundo del deporte y ha generado el debate de si debe o no seguir jugando. Una historia similar se vivió a principios de los 90 cuando el baloncestista Magic Jonhson se convirtió en la primera celebridad que declaró abiertamente que había contraído el VIH a través de relaciones heterosexuales.

Aunque las estadísticas médicas indican que existe una posibilidad entre 85 millones de contraer el VIH a través de los contactos que se producen en el terreno de juego, algunos deportistas tienen miedo. Es el caso de Tony Miles, miembro del Toronto Argonauts, que ha declarado a un periódico canadiense: "Yo no quiero ser alguien que vaya a hacer un trabajo que le encanta y vuelva a casa con el virus de la inmunodeficiencia humana".

Al igual que él, las reacciones de algunos atletas tras conocer que un compañero es seropositivo ponen de manifiesto que todavía el estigma y el rechazo rodean a los enfermos de sida y demuestran el desconocimiento que aún hoy existe sobre las vías de transmisión del virus.

Las opiniones sobre la situación de Smith son diversas. Desde el anuncio de Magic Jonhson en 1991, la NBA y otras competiciones introdujeron una regla que obliga a cualquier jugador que esté sangrando a abandonar el campo, pero algunos argumentan que deportes como el hockey o el fútbol, donde los golpes y las heridas con sangre son frecuentes, deberían tener medidas más estrictas que otras actividades.

Otras voces, sin embargo, consideran que el mayor riesgo para los demás jugadores está en compartir las mismas parejas sexuales que Trevis, una práctica habitual entre algunos deportistas.

A pesar de que el Tribunal que le juzga por un delito sexual no se ha pronunciado sobre su futuro profesional, lo cierto es que desde que le arrestaron a finales de octubre, Trevis Smith, de 29 años, no ha vuelto a disputar un partido junto a su equipo, el Saskatchewan Roughhriders.

Revelación pública

Una de los aspectos de este caso que más ha sorprendido a la Liga de Fútbol Canadiense (CFL) es el hecho de que los entrenadores y los responsables del equipo en el que está Trevis Smith conocían desde hace un año que el jugador es VIH positivo y le han permitido seguir compitiendo.

Según las leyes de Canadá, las personas no tienen ninguna obligación de revelar su historial médico y, por tanto, los que sabían la condición de Trevis han actuado de acuerdo a las normas al respetar su privacidad. Además, los jugadores de la CFL no tienen que someterse a análisis sanguíneos rutinarios, lo que dificulta que se conozca su estado.

El médico de los Roughriders defiende esta actitud. Según ha afirmado al 'Calgary Herald', "un jugador es antes que nada una persona y como médico debo respetar la privacidad de cada individuo, sea quien sea. Además, su situación no implica problemas relacionados con el fútbol sino problemas personales".

Sin embargo, en una acción sorprendente e inusual, la policía montada del Canadá ha hecho público que Trevis tiene el VIH. La razón que han dado para explicar su decisión es que "Trevis Smith, acusado de abuso sexual, ha mantenido relaciones con diversas mujeres y su actitud ha puesto en peligro a mucha gente". Así, las autoridades han advertido que "cualquier persona que haya mantenido sexo con Trevis debería hacerse inmediatamente las pruebas del sida".

En la actualidad, el futbolista, que ha negado los cargos que se le imputan, se encuentra en libertad bajo fianza tras haber pagado 10.000 dólares (unos 8.500 euros) y está obligado, por orden del juez que lleva el caso, a practicar sexo seguro y a contarle a sus futuras parejas que es portador del VIH. ¿Cómo lo va a comprobar este juez?

"Algunas veces pensamos que sólo los gays pueden contraerlo. Esto no me va a suceder. Pero aquí estoy diciendo que le puede ocurrir a cualquiera, incluso a mi". Estas palabras fueron las primeras que pronunció Magic Johnson cuando anunció que tenía sida. Ahora la historia se repite con Trevis L. Smith.

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Crece resistencia del virus del Sida


Nos alegramos cuando se producen más medicamentos contra el sida, pero también crece la ineficacia en muchos casos, pues el virus se hace más resistente con el tiempo.

· Recomiendan empezar administración de tratamiento individual debido a la alta capacidad de mutación del VIH

· Para 10% de pacientes fármacos son ineficaces

Madrid / EL PAÍS

El virus del Sida se hace resistente a los fármacos a gran velocidad. Un estudio muestra que la actual tasa de resistencias del VIH a los fármacos en pacientes diagnosticados recientemente es del 10% antes de empezar el tratamiento.

En 2001, la tasa era de sólo el 4%. El trabajo, llamado Cascade, ha utilizado datos de población de América del Norte y Europa occidental --incluida España--, y apunta a una reducción en las medidas de protección, afirma la bióloga del hospital Carlos III de Madrid, Carmen de Mendoza, que ha participado en el estudio.

El peligro de las resistencias del VIH a los medicamentos es una amenaza sobre todo en los países ricos, donde la población lleva tiempo tratándose. Por eso los estudios se centraron en el tipo 1B del virus, que es el predominante en los países desarrollados.

La última señal de alarma se ha publicado en diciembre en la revista Journal of AIDS. En el trabajo Cascade se han estudiado resistencias en pacientes infectados recientemente. Para ello se han tomado 428 personas de las que se supiera que llevaban menos de 18 meses conviviendo con el VIH, explica De Mendoza. De ellas, más del 10% tenía un virus que era resistente a alguna familia de fármacos (hay cuatro grupos de antivirales). En 2001, la proporción era de un 4%

Reproducción alucinante


El estudio de las resistencias se hace por varios métodos, como ver en un laboratorio el comportamiento del virus cuando se enfrenta a alguna de las familias de antivirales.


Otro mecanismo consiste en estudiar el genoma del virus. El VIH se multiplica muy rápidamente (se calcula que en una persona sin tratar se producen más de 10 millones de nuevas copias al día). Este proceso es muy poco selectivo, lo que permite que aparezcan muchos errores en la copia (mutaciones).


Cuando el virus no se enfrenta a ningún medicamento, las mutaciones, que son menos eficaces que el virus original, se eliminan. Pero si para reproducirse debe superar el obstáculo de los antivirales, entra en acción la selección natural: las mutaciones que confieren resistencia ante un fármaco se imponen. En la actualidad los científicos han identificado ya decenas de estos cambios.


En 25 años de epidemia, las mutaciones se han ido acumulando. Una persona que sigue el tratamiento puede llegar a detener la reproducción del virus (por eso se dice que su carga viral es indetectable). Éste, sin embargo, permanece oculto dentro de sus glóbulos blancos y otros órganos (los llamados reservorios). Pero si la medicación no se toma en el tiempo establecido, se da tiempo al virus para que se reproduzca y aparezcan mutaciones.


El trabajo no tiene un interés puramente teórico. Es un indicador de que las personas que están en tratamiento no toman las suficientes precauciones a la hora de tener relaciones con personas sin infectar. El resultado es que les transmiten un tipo del virus que ya es resistente a alguno de los fármacos, apunta De Mendoza. Pero la responsabilidad está en las dos partes de la pareja. Si una persona que no está infectada se convierte en un portador, es porque se ha confiado y no ha tomado precauciones, añade la bióloga

Tratamiento individual


Por último, el estudio señala que cada vez es más importante conocer el tipo exacto de virus con el que está infectada una persona. “El tratamiento que ponemos el primer año es el más potente. Si el paciente no tenía resistencias adquiridas y es un buen cumplidor, debe durar hasta cuatro y cinco años. Si no conocemos las resistencias del virus, podemos recetarle medicamentos que no le hagan efecto. Eso no es bueno para él ni para nosotros”, indica la bióloga.

Por eso los estudios apuntan a que es necesario hacer un análisis de las resistencias antes de poner un tratamiento a una persona con VIH. 'Así se puede personalizar el tratamiento. Los estudios demuestran que la inversión de hacer el análisis compensa', dice la bióloga. Un cóctel de antivirales cuesta unos 10,000 euros al año.


En España, las pruebas de resistencias no son todavía obligatorias ante los pacientes primerizos, aunque haya centros, como el Carlos III y otros, que las hagan de una manera casi generalizada. Las guías de tratamiento en España las fija un grupo de estudio, Gesida, en el que están representadas sociedades médicas, el Plan Nacional sobre el Sida y ONG. “Esperamos que pronto se incluyan los tests de resistencias”, concluye De Mendoza.

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