(El Mundo, España, 2004-12-01)
En 2002, la Organización Mundial de la Salud lanzó un ambicioso programa para luchar contra la pandemia del sida en los países en vías de desarrollo: el 'Tres para cinco', es decir, que para el final 2005 los tratamientos hayan llegado a tres millones de seropositivos de países en desarrollo. Sin embargo, dos artículos publicados en sendas revistas científicas señalan que aunque las intenciones del programa son buenas, el planteamiento es erróneo.
"Revisando la epidemia a lo largo de los últimos 20 años, uno tendría que concluir que el enfoque actual ha fallado y que hace falta un cambio urgente", dice Arthur Ammann, presidente de la organización Estrategias Mundiales para la Prevención del VIH, en un artículo de la revista 'PLoS Medicine'.
"La iniciativa 'Tres para cinco' se enfrenta a importantes retos para responder a la desesperada necesidad de antirretrovirales en muchos países en desarrollo", coincide otro artículo publicado en el último 'British Medical Journal' ('BMJ'). Aunque menos crítico que Ammann, también apunta una serie de desafíos a los que se enfrenta el proyecto.
Con fármacos no basta
"Es hora de reconocer que la gravedad de la epidemia exige un acceso universal a las pruebas del VIH y asesoramiento, un seguimiento de las personas que hayan tenido contacto [sexual] con seropositivos y la integración de planes sólidos de prevención y tratamiento dentro de los sistemas sanitarios", advierte Ammann.
El propio director del departamento de VIH/sida de la OMS, Jim Yong Kim, defiende el programa en ese mismo artículo de 'PLoS Medicine'. Insiste en que el acceso a los tratamientos no es su única estrategia contra el sida, sino "un punto de partida". De hecho, cree que de este modo también se aceleraría la prevención de la enfermedad, pues eliminaría el estigma de sida=muerte y, por tanto, animaría a realizarse la prueba del VIH.
"Según nuestro punto de vista, es poco probable que la transformación del sida en una enfermedad tratable cambie la percepción del sida, tal y como sugiere la OMS", discrepan los autores del trabajo en el 'BMJ'.
El programa "es muy limitado y las estrategias reducidas para afrontar el VIH fallan a menudo", resume Ammann. Luchar contra una epidemia de tales dimensiones necesita pruebas diagnósticas, que se integren las estrategias de prevención y tratamiento, evitar el contagio de madre a hijo, o el acceso a las terapias de todos los que las necesiten. "La iniciativa 'Tres para cinco' únicamente responde por completo a uno de estos aspectos", advierte este experto, para quien "estas son oportunidades perdidas e irreversibles".
El presupuesto
Asimismo, Ammann considera que existe confusión acerca de "los costes reales, las fuentes de financiación y la relación con otras iniciativas de la OMS". "No está claro si los costes de este programa son distintos de otras iniciativas, si se incorporan dentro del Fondo Global, si aumentarán y continuarán más allá de 2006 o los asumirán los presupuestos de cada país".
Inicialmente, la OMS calculó que necesitaría unos 5.000 millones de dólares al año (3.750, en euros), aunque luego ha subido el presupuesto a 6.000 (4.500 €), dice Ammann. Es decir, que facilitar acceso a todos los seropositivos que lo necesiten supondría 40.000 millones (más de 30.000 €). Kim señala que estas estimaciones son para dos años, no anuales.
Asimismo, "sólo recientemente la OMS ha reconocido lo que todo el mundo parecía saber desde un principio: hacen falta grandes inversiones en infraestructuras para una administración prolongada de antirretrovirales", precisa.
Cómo hacer llegar los tratamientos
A juicio de Ammann, la estrategia de la OMS está demasiado burocratizada, dependiendo en exceso de la ayuda internacional. "Los países que han tomado posesión de sus programas de VIH han sido los más exitosos en lidiar con la epidemia", dice este especialista, que pone por ejemplo Brasil. Allí, el 84% de los programas están financiados por recursos 'domésticos'.
En estos casos, miles de ONG, clínicas y hospitales juegan un papel fundamental y "la última cosa que necesitan es más barreras impuestas internacionalmente", advierte. "El éxito de los tratamientos antirretrovirales en los países desarrollados fue consecuencia de que se estas terapias se hiciesen disponibles a los que tratan a los pacientes, no a los gobiernos", precisa.
Kim reconoce que, "efectivamente, el contacto primordial de la OMS es con los ministros de sanidad (…), pero yo no creo que esta relación menoscabe el papel de las organizaciones gubernamentales y organizaciones locales en el 'Tres para cinco'". "Ampliar el acceso a los tratamientos no sólo es una posibilidad, sino que ya es una realidad. El número de pacientes en tratamiento antirretroviral casi se ha duplicado en los últimos dos años, la mayoría en países donde la terapia se había limitado a unos pocos privilegiados", añade.
"Aunque la iniciativa ya ha supuesto algunos avances técnicos importantes, como el desarrollo de regímenes simplificados, aún quedan algunas cuestiones sobre la administración de fármacos antisida", señalan los autores del artículo del 'BMJ'.
Para empezar, "requerirá un gran aumento del personal especializado. Para finales de 2005 harán falta unos 100.000 profesionales sanitarios", algo que hace peligrar los escasos recursos de otros programas sanitarios que, ya de por sí, están sobrecargados.
Asimismo, consideran que el mejor modo de administrar las terapias antirretrovirales de gran actividad (las denominadas TARGA) sería de un modo similar a los tratamientos para la tuberculosis (DOT, siglas en inglés de terapia observada directamente). La técnica consiste en controlar que el afectado se toma su tratamiento gracias a la presencia de personal destinado al seguimiento.
"¿Por qué esperar otra década para aprender lo que ya sabemos de epidemias como la tuberculosis?", coincide Ammann. "Los procedimientos para combatir el VIH ya han sido simplificados por trabajores sanitarios en zonas con escasos recursos. Consigámosles las pruebas y los fármacos y ellos harán el tratamiento", concluye.
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