El debate recurrente entre dedicar fondos al tratamiento del SIDA o usar la financiación solo para campañas de prevención cuenta desde hace unos días con otro argumento favorable hacia la atención de los ya infectados. Una investigación conjunta de varios Institutos de Salud Pública en Estados Unidos, que acaba de darse a conocer, refuerza precisamente la supuesta eficacia de los tratamientos con antirretrovirales entre enfermos de SIDA para prevenir contagios y alejar infecciones. El hallazgo puede suponer un cambio en la tendencia más extendida entre fundaciones y científicos –el apoyo a las campañas masivas de prevención– y la recuperación de los fondos destinados a personas con síntomas avanzados de la enfermedad que están prácticamente congelados desde 2008, por la dudas de la comunidad científica sobre su eficacia.
La investigación, dirigida por el doctor Myron S. Cohen de la Unviersidad de North Carolina at Chapel Hill, se ha realizado entre 1.763 parejas heterosexuales de nueve países, en las que solo uno de los dos estaba infectado por HIV en una fase temprana. Tras aplicar un tratamiento inmediato con antirretrovirales a una parte de la muestra se comprobó que entre ellos se redujo el contagio a la pareja en hasta un 96%, en comparación con los infectados de la muestra a los que se les retrasó el tratamiento hasta una fase más avanzada de la enfermedad. Durante el periodo de la investigación se desarrollaron 28 casos de contagio de HIV relacionados genéticamente con las personas ya enfermas, pero solo una de todas las infecciones se derivó de los pacientes que recibieron la terapia desde el comienzo.
Según explicó Anthony Pauci, que dirige el Instituto Nacional de Alergia y Enfermedades Infecciosas, otra de las entidades participantes en la investigación, “hasta ahora se conocía el potencial de los antirretrovirales para reducir la capacidad de infección a sus parejas sanas por observación y otros estudios epidemiológicos, pero ahora se demuestra que tratar a los pacientes ya infectados –y mejor antes que después– puede tener mayor impacto para reducir la transmisión de la enfermedad”. El trabajo también descubrió que además de reducir el contagio, el tratamiento proporcionó un beneficio entre los afectados que comenzaron a aplicarlo enseguida, ya que se registró un número inferior de infecciones habitualmente ligadas a la enfermedad –por ejemplo, la tuberculosis extrapulmonar– en relación con los que pospusieron la medicación.
Aunque el trabajo investigador todavía tiene que prolongarse hasta 2015, ante unos resultados tan sorprendentes y favorables, las entidades implicadas decidieron dar a conocer las primeras conclusiones. Según los expertos, sus aplicaciones bien podrían extenderse a los 33 millones de enfermos de SIDA, de los que dos terceras partes se encuentran en África; precisamente en ese continente se hace necesario un esfuerzo mayor para frenar el contagio. El razonamiento que surge de todo el experimento es muy sencillo: si los fármacos reducen directamente la concentración de virus, hay menos capacidad de contagio. De hecho, en ciudades occidentales de Canadá y Estados Unidos en las que ya se aplican las terapias habitualmente, se ha comprobado en los enfermos un descenso en la cantidad de virus y la consiguiente disminución del peligro. Pero la distribución de antirretrovirales en los países con menos nivel de desarrollo está sujeta a muchos más condicionantes.
Métodos complementarios
Para poder fin a esta gran epidemia que sigue sin vacuna –solo en 2009 se contagiaron 2,9 millones de personas más según Naciones Unidas–, además de los tratamientos con fármacos, los científicos siguen pensando en otros métodos complementarios ligados a la prevención y que tiene que ver con el comportamiento: circuncisión masculina; microbicidas para las mujeres; preservativos y la fidelidad a una sola persona. “Yo lo llamo ‘combinación prevención’ y es lo que creo que podría frenar la evolución de la epidemia”, asegura Fauci. Otras entidades siguen recomendando la necesidad de añadir la abstinencia (ver Aceprensa 2-abril-2009), especialmente en los países africanos.
Según publicaba recientemente The Wall Street Journal, las dificultades para extender al máximo los tratamientos con antirretrovirales siguen siendo las de siempre: la falta de financiación –se trata de una medicación de por vida– y la dificultad para aplicar los programas donde los sistemas sanitarios o el nivel de educación no es tan alto. Según los datos de la oficina de Naciones Unidas para el SIDA, se calcula que en 2009 habrían hecho falta 7.500 millones de dólares adicionales para la compra de fármacos, ya que solo 5 millones de personas recibían tratamiento, frente a otros 10 millones que se quedaban sin él.


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