sábado, 4 de diciembre de 2004

Frente a la catástrofe del sida, por fin un consenso internacional


Como cada año, al acercarse el 1 de diciembre, día mundial contra el sida, es tiempo de hacer el balance de la lucha contra esta epidemia devastadora. Los datos del 2004 son francamente preocupantes.

Según el último informe sobre la epidemia mundial del sida (ONUSIDA, 2004), el número de personas infectadas con el VIH sigue aumentando y, en el año 2004, ha alcanzado su nivel más alto. Se estima que 39,4 millones de personas están infectadas y casi la mitad son mujeres. En el 2004 se han infectado aproximadamente 5 millones de personas nuevas (10 cada minuto durante un año), cerca de la mitad de estas son jóvenes entre 15 y 24 años. En Europa, los infectados por contacto heterosexual han aumentado un 112% en los últimos 5 años.

En 1996, se propusieron oficialmente las recomendaciones “ABC” para prevenir las infecciones por el virus VIH. La letra “A” por “abstinence”, significa que lo prioritario, y 100% eficaz para prevenir la infección, es abstenerse de relaciones sexuales, es decir, recomendar a los jóvenes que retrasen al máximo el inicio de las mismas. Lo mismo se puede decir de la monogamia mutuamente fiel, representada por la “B” de “be faithful”, o, "sé fiel". Finalmente, y en el caso de que fueran rechazadas las recomendaciones anteriores, se habla de la “C”, recomendando el uso de condones pero advirtiendo que reducen, pero no eliminan totalmente, el riesgo de contagio. Estas recomendaciones no se han aplicado por igual en todos los países. A pesar del éxito de su aplicación en algunos lugares, se ha concentrado el esfuerzo preventivo en recomendar preservativos, ridiculizando, incluso, a quienes hablan de la abstinencia o desaconsejan la promiscuidad. Sin embargo, sabemos que la epidemia del sida/VIH ha seguido aumentando precisamente donde más se han concentrado las campañas de preservativos en un intento de reducir la epidemia.

Es hora de abandonar argumentos simplistas y falsamente paternalistas que han decidido que “no es realista plantear la abstinencia o la fidelidad a los jóvenes” como si la sexualidad y la promiscuidad fueran "inevitables" en sus vidas. Parece como si en algunos países, incluido en España, hubiera miedo de hablar de “A” o de “B”. No olvidemos que estamos ante una epidemia mortal y que debemos dar toda la información posible a los jóvenes para que sus decisiones sean más informadas, es decir más libres.

Afortunadamente, se publica recientemente en la prestigiosa revista Lancet un consenso internacional firmado por una multitud de científicos que apelamos al cese de discusiones partidistas mientras que millones de seres humanos están muriendo. Este consenso, auténtico punto de inflexión en la prevención del sida/VIH, ha sido firmado por 140 personas, de 36 países de los diferentes continentes. Cincuenta son del ámbito universitario, 20 tienen afiliación religiosa y 5 son de agencias de Naciones Unidas. Lo firman también el director de los programas HIV de la Organización Mundial de la Salud, y los dirigentes de los programas de sida-VIH de varios países incluyendo Etiopía, India, Jamaica y Uganda.

En este documento se hace otra vez hincapié en los programas "ABC". Como profesor universitario, me resulta especialmente interesante el apartado dirigido a la juventud. Se afirma claramente que debemos alentarles a que se abstengan de relaciones sexuales. A los jóvenes que ya las hubieran iniciado, se les recomienda que dejen de tenerlas y cuando deciden seguir, se advierte que el uso de preservativos puede disminuir pero nunca eliminar el riesgo de contagio. Se insiste en que los padres deben ser ayudados en su tarea de transmitir sus valores y expectativas en materia de sexualidad a sus hijos. Se reconoce el papel que desempeñan, de hecho, muchas organizaciones religiosas de diferentes denominaciones y expertas en los mensajes de "A" y "B".

Este consenso es una clara llamada de atención a nuestras autoridades para que tengan en cuenta ciertas recomendaciones cuando planifiquen o financien medidas de prevención. Los padres deberíamos exigir, a las autoridades, que apliquen las evidencias científicas cada vez más abundantes a favor del mensaje "ABC" si queremos proteger a nuestros hijos de esta epidemia mortal.

Jokin de Irala

Medicina Preventiva y Salud Pública, Universidad de Navarra

Un fallo contra el amor

Le leo a este amigo un artículo que me parece muy interesante. No lo suscribo al cien por cien pero su enfoque me gusta. Con su permiso lo reproduzco íntegro:

A mí me parece que esta cuestión del presevativo se está planteando mal. Por un lado está el modo de entender la Iglesia las relaciones sexuales. Que deben ser en el matrimonio y abiertas a la vida. Ciertamente con un sentido responsable de la paternidad. Eso es lo que postula la moral católica.

El preservativo tiene escaso sentido en el matrimonio salvo para evitar los hijos. O en el caso de que uno de los esposos tenga una enfermedad de transmisión sexual.

Para el primero de los casos la Iglesia propugna medios naturales de control de la natalidad. Cuyo uso hasta fortalece el matrimonio en el que es importantísimo el respeto. Y el que se acostumbra a respetar pequeñas cosas, esperar a pasado mañana, no dejarse llevar siempre por el instinto o la pasión, respeta la gran cosa que es la mujer o el marido. La persona del otro que a la vez es tan tuya. Y todo eso contribuye a que crezca el amor. Sin el cual la relación sexual en el matrimonio es un acto puramente animal.

El otro caso, el de la enfermedad transmisible en uno de los conyuges es una cuestión de confesonario. Que cualquier sacerdote normal entenderá. Y también es muy bueno para la vida acudir al confesonario. Por supuesto que para la vida de la gracia. Pero estoy diciendo que también para la vida.

Yo creo que la campaña contra el preservativo no se debe hacer por el porcentaje, escaso y cierto, de fallos del mismo. Eso no es lo malo del mismo. Todos sabemos que la aspirina no calma siempre el dolor de cabeza. Pero, si lo calma un 95% de las veces, bendita aspirina.

No debemos hablar del fallo del preservativo sino de que el preservativo es un fallo. Un fallo contra el amor. Porque, si amas, no dejas a tu mujer o a tu marido para irte con otro. Y, si todavía no tienes mujer o marido, no estás preparando un buen matrimonio acostándote con cualquiera. Porque después, acostumbrado a que eso no tiene importancia, no amarás con toda tu alma al que vaya a ser tu mujer o tu marido. La promiscuidad sexual no tiene nada que ver con el amor. Es lo contrario del amor. Y una pésima escuela para el amor. Las consecuencias las experimentamos todos los días. Las separaciones al año, o a los tres años del matrimonio, las agresiones a la mujer, las infidelidades, el pan nuestro de cada día nos dicen que ahí no hay amor. O, si lo hubo, uno estaba tan mal preparado para el amor que lo malbarató enseguida.

Y ahora, el tremendo fallo del preservativo. Lo que hace miserable esa campaña institucional en su favor. Dirigida a la juventud. Claro que ese uso es bastante seguro. Claro que así se evitan muchos hijos y muchas enfermedades. Pero... Si acostumbramos a los jóvenes a la promiscuidad, cuántas veces se van a encontrar con que no lo tienen a mano. Y, ¿entonces? ¿Lo van a dejar para mañana? Eso es no conocer a la juventud. Tal vez se les ocurra, como con las mujeres agredidas, dar a todo joven un móvil para que acuda, raudo y veloz, un funcionario motorizado con el adminículo en cuestión cuando una pareja se encuentre enardecida y sin adminículo. Y me atrevo a asegurar que, aun así, el funcionario raudo y veloz llegará tarde el 99% de las veces.

No es ese el camino que hay que facilitar a la juventud. Hay que prepararles para el amor y no para el sexo indiscriminado. Que es lo más contrario al amor.

Francisco José Fernández de la Cigoña