miércoles, 30 de septiembre de 2009

ADOLESCENTES, ¿SEXUALMENTE SUBNORMALES?

Por Raúl Espinoza Aguilera


Todos hemos sido testigos, en los grandes centros comerciales, de cómo muchos niños van pidiendo a sus padres que les compren absolutamente todo lo que se ofrece a la venta y les apetece: un helado, un refresco, un juguete, una hamburguesa, el último “Play Station” o “Nintendo”, y un largo etcétera.

Lo que me llama la atención es que tanto ellos como sus padres son víctimas de la sociedad de consumo, porque en cuanto el papá o la mamá le dicen a su hijo, por ejemplo: “No te compraré el ‘Play Station’, punto”, en seguida viene el enojo, el llanto y el consabido pataleo del chico. El chantaje sentimental de esa pequeña tragicomedia dura pocos minutos y finalmente cede la madre y le dice: “Bueno, te lo voy a comprar, con tal de que te portes bien”. Y aparentemente hasta allí acaba el público incidente familiar.

Sin embargo, involuntariamente, los padres que ceden a los caprichos de los hijos con tal de agradarles siempre, no se percatan de que están afectando a su personalidad porque se convierten en unos niños egocéntricos, sin fuerza de voluntad para abstenerse de un antojo, sin capacidad para valorar lo que cuestan todas esas cosas que piden, no piensan jamás en ayudar a los demás, y donde todo gira en la órbita del “yo-yo” y de sus continuas necesidades materiales.

Los medios de comunicación y la publicidad contribuyen, en buena medida, a generar un ambiente para potenciar a esos compradores compulsivos. El mensaje subliminal es muy sencillo, pero persuasivo: “Si compras esto, obtendrás un placer o disfrute inmediato y serás feliz”. Si los progenitores se oponen a esta “felicidad” malentendida, entonces “no son buenos padres”, concluyen los pequeños consumidores.

De esta manera, el niño va creciendo y –si tienen posibilidades económicas– sus padres lo acostumbran a que tenga una habitación bien puesta, con sus juguetes, sus videojuegos, su televisión, su computadora, sus libros, su celular, sus equipos de deporte, y está estrictamente prohibido que nadie del resto de los de la casa se les ocurra –ni por equivocación– tocar sus pertenencias.

El problema su vuelve más serio cuando ese niño se convierte en adolescente y cambia sus juguetes infantiles por otros “juguetes” más caros: un buen coche, solicita más dinero a sus padres para ir a los antros con los amigos, reclama comprar ropa de marca, los últimos modelos de celulares o computadoras…

Si no existe desde la infancia y, después en la juventud, un clima de exigencia en el hogar, de templar el carácter, de aprender a decir “no” a los caprichos y antojos, de tener espíritu de ahorro, de vivir la sobriedad y la pobreza aunque se tengan medios suficientes, de tener disciplina para dedicar las mejores horas de la semana al estudio y obtener buenas calificaciones, de interesarse por servir a los de su familia, entonces se generan esos adolescentes típicamente amorfos, sin personalidad, incapaces de realizar el más mínimo sacrificio por atender a las necesidades de sus semejantes, carcomidos por la pereza y el desorden, y que no están dispuestos a vivir la mesura, por ejemplo, en el uso de la computadora para “chatear”, para enviar constantemente mensajes por celulares a sus amigos. Es una especie de moderna esclavitud por la tecnología.

Un día, estando en casa de un matrimonio amigo, se fue la energía eléctrica por un largo rato. El hijo único –de unos 15 años– se encontraba refugiado en su cuarto, salió de repente y comentó que no podía utilizar su computadora, ni sus videojuegos, ni ver la televisión. Para colmo de males, no servía su celular. Visiblemente alterado, repetía: “¿Y ahora qué voy a hacer?”.

Pero el estado realmente crítico en que viven algunos adolescentes es cuando cambian aquellos inocentes juguetes infantiles por otros “juguetes” más dañinos y perversos: el consumo inmoderado del alcohol, el comenzar a experimentar con diversas drogas, el abandono de su responsabilidad como estudiantes, el mentir y robar dinero a sus padres para comprar lo que les place y comenzar  a tener relaciones sexuales, de forma también compulsiva.

Si sus padres y educadores no les han formado en el dominio personal, en ejercer la fuerza de voluntad para encauzar correctamente sus impulsos e instintos, en “controlar las hormonas” –como decía un profesor de bachillerato–, afectivamente esos jóvenes son un auténtico desastre. En un tiempo muy corto pasan de la fase de experimentación de esos placeres, a convertirse en auténticos adictos.

He conocido no pocos casos de jóvenes que acabaron en clínicas psiquiátricas de rehabilitación para ayudarles a librarlos de sus adicciones. Invariablemente la pregunta de sus padres ha sido más o menos ésta: “¿Pero nosotros qué hicimos de malo, en qué fallamos? Si siempre le dimos lo mejor, las mejores escuelas, comodidades, atenciones continuas, viajes, regalos…”. Y la respuesta del Psiquiatra es siempre la misma: “Precisamente en eso estuvo el error de ustedes. Le dieron todo, pero nunca le enseñaron a ser hombre, a dominarse, a forjarse un carácter, una personalidad firme, no le inculcaron unos valores sólidos”.

Es frecuente que en algunos libros de Psicología, en lo relativo a la sexualidad, se presente al adolescente como una especie de retrasado mental o subnormal, totalmente incapaz de dominar sus instintos o controlar sus pasiones. Hay dos consejos tan típicos como nocivos. El primero consiste en presentar la compulsividad sexual como algo “normal”. Y el segundo se resume en que para solucionar esa incontinencia, recomiendan, como “solución”, el uso del preservativo para evitar el Sida y otras enfermedades venéreas y, si es chica, la “píldora del día siguiente”.

¡Pues vaya “consejos” de esos supuestos especialistas! Equivale a decirle a un ladrón: “¿Te resulta imposible dejar de robar? Pues síguelo haciendo, nada más que cuida de que no te sorprendan”. Sería largo relatar todos los sufrimientos físicos y morales de jóvenes que viven una sexualidad desordenada. Claro que en muchos casos lo ocultan con la careta del “machismo” y de fanfarronear con sus amigos, presumiendo esa clase de vida.

Sin duda, es más hombre y más viril el adolescente o la chica que sabe dominar sus instintos y los orienta correctamente. Luego, también, le servirá para dominar su propio mal carácter, para fijarse metas, superar retos...

Hace poco vi un documental sobre el tema del noviazgo, con un título muy sugestivo: “Si tu novio realmente te ama, sabrá esperar”. Porque un noviazgo bien vivido es la mejor escuela para un matrimonio estable y feliz, donde se cuide delicadamente la fidelidad conyugal. Las relaciones sexuales pertenecen –de forma exclusiva– a los esposos dentro del matrimonio, y en orden a traer hijos al mundo. Cuando se rompe esta unidad y la claridad en los fines, surgen todo tipo de desórdenes sexuales, de perversiones en esta materia, de transtornos psiquiátricos, de enfermedades a veces incurables, y, desgraciadamente, de muchas víctimas inocentes como son los abortos.

Porque todo acto humano conlleva una responsabilidad individual. Así por ejemplo, un joven que bebe en exceso en una fiesta, se sube a su coche y luego atropella y mata accidentalmente a un transeúnte, no es válido ante la justicia que diga como excusa: “No es culpa mía, porque cuando yo comienzo a beber, ya no me puedo controlar”. Esa supuesta justificación no es válida ni moral ni jurídicamente. Es evidente que es culpable de un hecho delictivo y debe purgar una condena, por lo tanto, debe asumir su responsabilidad  por conducir ebrio y ser mayor de edad.

Toda esta problemática está introduciéndose, cada vez más, en la sociedad mexicana. Con mucha frecuencia nos enteramos de accidentes automovilísticos donde mueren jóvenes que manejaban  en estado de ebriedad después de una parranda; de chicas que abortaron; de adolescentes que han ingresado a clínicas para sacarlos de las adicciones... Me parece que los padres de familia no pueden claudicar en su misión formativa para ayudar a sus hijos a crecer en virtudes, en valores, en forjar personalidades sólidas y coherentes, libres de vicios, de ciudadanos maduros y responsables.

Tampoco se puede delegar exclusivamente esta misión en los profesores o asesores académicos de la escuela o la universidad. Muchas veces, como se dice en el argot taurino, “hay que entrarle al toro por los cuernos”.

Desde niños, y luego, cuando son jóvenes, conviene saberles exigir con oportunidad, corregirles sin miedo, anticiparse a todo lo que se van a encontrar esos niños cuando sean adolescentes, brindarles criterios de conducta seguros, que aprendan a ser muy sinceros con ellos, a ser los mejores amigos de sus hijos y enseñarles a seleccionar bien –respetando su libertad– a su novia y a sus amistades.

Es frecuente esta queja de muchos padres de familia: “El mundo está muy difícil. Ya no hay valores”. Me parece que precisamente ante esta realidad social, es urgente que los padres formen bien la personalidad de sus hijos, llevándoles –paso a paso, con cariño y visión positiva– por el plano inclinado de su superación personal, y ofrecerles directrices claras para vivir sabiamente durante toda la vida. Esta es, sin duda, la mejor herencia, muy por encima de cualquier bien material o económico.



Comite Independiente AntiSida

El difícil camino que lleva a una vacuna

El rasero que indica que una vacuna puede aplicarse varía en términos de la gravedad de la enfermedad y del contexto poblacional





La semana pasada un consorcio de centros -instituciones científicas, gubernamentales y privadas- anunciaron en una rueda de prensa en Tailandia el éxito de una vacuna contra el VIH/sida. Los resultados, muy tibios, constituyen para los más optimistas la prueba de concepto de que la vacuna contra el sida es posible. Otra parte de la comunidad científica ha acogido la noticia con menos entusiasmo. La experiencia en otros ensayos y con otras enfermedades indican lo difícil que resulta que una candidata a vacuna llegue a buen puerto.
 La vacuna frente al sida ha atravesado años de fracasos, algunos tan sonados como el del ensayo,  STEP, interrumpido porque las inmunizaciones no sólo no prevenían la infección, sino que parecían favorecerla. El STEP debilitó aún más las esperanzas y redujo el número de ensayos clínicos (diecisiete en marcha antes del verano). Justo lo contrario de lo que podría ocurrir ahora, de confirmarse la eficacia de la vacuna RV144, en Tailandia, cuyos datos se acaban de presentar.

"La principal novedad de esta vacuna es el esquema utilizado, que se basa en la técnica prime-boost(estimulación más recuerdo)", explica Juan Carlos López Bernaldo de Quirós, del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Gregorio Marañón, en Madrid, que también participa en la consecución de una vacuna antisida cuyos datos en fase I podrían hacerse públicos en primavera.

El esquema prime-boost consiste en inmunizar primero con una vacuna que emplea un vector, en este caso un virus aviar de los poxvirus, al que se integran genes codificadores de proteínas del VIH (Alvac, de Sanofi-Pasteur). A ello le sigue una inmunización de recuerdo o boost con una proteína purificada de la envoltura del virus, la gp120 (Aidsvax, de Global Solutions for Infectious Diseases). Ambas vacunas habían demostrado antes que eran seguras, pero no efectivas; precisamente, la gp120 protagonizó uno de los primeros fracasos en el campo de vacunas anti-VIH.

"Lo interesante es que Alvac estimula preferentemente la inmunidad celular, mientras que la proteína actúa sobre la humoral, la mediada por anticuerpos", destaca López. Por primera vez se prueba la estrategia prime-boost en el VIH/sida, y tampoco se ha desarrollado, al menos comercialmente, en ninguna otra enfermedad infecciosa.

La efectividad alcanzada al comparar a un grupo de 8.000 adultos sanos vacunados con otros tantos que actuaron como controles se cifra en el 31,2 por ciento (51 individuos infectados entre los vacunados frente a 74 entre los no vacunados). "En vacunas, una efectividad del 30 por ciento no es significativa, pero en el VIH todo lo que se logra lo es. Si hipotéticamente se empleara, se pasarían de los tres millones de nuevos infectados anuales en todo el mundo a dos millones. Algo es algo, aunque no es evidentemente lo mejor", argumenta López.

Según los casos
En esa misma línea se manifiesta Jesús Ruiz, del Servicio de Pediatría del Hospital 12 de Octubre, de Madrid, quien dice que la efectividad de una vacuna en ensayo se valora también en función de la prevalencia de la enfermedad. Por ejemplo, para el tétanos una efectividad del 30 por ciento es apenas irrisoria, mientras que para malaria es aceptable. Una situación distinta es la de las inmunizaciones recogidas en el calendario vacunal de niños y adultos, que ofrecen una efectividad superior el 90 por ciento. Efectividad similar a la alcanzada por una de las vacunas de reciente incorporación, la del rotavirus, cuya respuesta es del 90 por ciento para los casos graves de infección por rotavirus, en los que también se produce deshidratación y que llega a entre el 75 y 80 por ciento en los casos leves.

Volviendo a la vacuna del sida, José Alcamí, del Instituto de Salud Carlos III, en Madrid, considera que los datos presentados son demasiado modestos. "Un fenómeno puede ser estadísticamente significativo, biológicamente poco relevante y médicamente inapreciable. Se puede argumentar que como no hay vacuna preventiva para el VIH, cualquier porcentaje, por bajo que sea, merece la pena, pero también hay que considerar que junto al impacto personal, de protección individual, una vacuna ejerce impacto poblacional, que es el que evitaría la propagación del patógeno y, por tanto, la erradicación de la enfermedad. Para hablar de un impacto poblacional hay que superar la tasa de protección del 80 por ciento; además, hay que considerar que si la protección es muy baja puede deberse a que el virus sea resistente, lo que reduciría aún más la efectividad en siguientes inmunizaciones".

Por eso Alcamí espera, entre otra información, los datos del ensayo en el primer año y los siguientes, para comprobar si la protección se va perdiendo. Otros datos también claves para los investigadores, que probablemente se facilitarán el próximo 20 de octubre en París, son las tasas de infección por grupos poblacionales, con las que se pueden detectar posibles sesgos en el trabajo, matiza López.

Alcamí recuerda que "este ensayo ya fue controvertido en su inicio, porque se basaba en dos prototipos que no habían funcionado. Al final, parece que se ha logrado un resultado previsible: una vacuna segura y de efectividad muy parcial, y eso después de un trabajo sobre 16.000 personas, en el que se ha invertido mucho tiempo y dinero". Al científico no le ha gustado que la presentación de los resultados se hiciera a los medios antes que en un foro científico, con revisión de pares incluida.

"Hay que seguir invirtiendo dinero en vacunas, ¿pero en investigación básica o en nuevos ensayos clínicos? Ése es el dilema actual. Me parece bien hacer ensayos en fase III, pero hay que tener en cuenta que son muy costosos humana y económicamente, por lo que deberían tener un buen respaldo científico previo".



Comite Independiente AntiSida

El VIH no se transmite igual en hetero que en homosexuales

La mayor parte de las infecciones por VIH entre los heterosexuales en Gran Bretaña se debe al subtipo no B, originario entre los inmigrantes del África subsahariana. El patrón de transmisión es más acotado que entre los homosexuales y avanza de forma más lenta.

Redacción  - Miércoles, 30 de Septiembre de 2009

El equipo de Andrew Leigh Brown, del Instituto de Biología Evolutiva de la Universidad de Edimburgo, en Reino Unido, ha estudiado la forma en la que se transmite el VIH entre heterosexuales en ese país y ha descubierto un patrón de infección distinto al de los homosexuales. El estudio se publica en el último número de PLoS Pathogens y subraya que un diagnóstico temprano podría limitar de forma efectiva la propagación del VIH en este grupo de población.

El citado equipo analizó la filodinámica molecular de la cepa de VIH predominante, los subtipos no B, en los heterosexuales del Reino Unido. La filodinámica se dedica al análisis de la relación evolutiva que mantienen grupos y posibilita la reconstrucción de patrones de divergencia secuencial vírica a lo largo de un periodo de tiempo. Gracias a este método, fueron capaces de descubrir patrones de transmisión.

Según el estudio, de más de 11.000 pacientes, 296 estaban relacionados con al menos otros dos en el Reino Unido. Además, se descubrieron ocho grupos de más de diez personas relacionadas entre sí, lo que supuso un 5 por ciento del total de pacientes que participaron en él. En el caso de los homosexuales, el 25 por ciento de los infectados mostraron una relación equivalente.

La transmisión entre heterosexuales también avanzó a mucha menor velocidad si se compara con la de los homosexuales, que se traduce en sólo un 2 por ciento de casos que aparecieron en los primeros seis meses de infección (25 por ciento en homosexuales).

"Este análisis filodinámico de secuencias del VIH del subtipo no B que representan a más del 40 por ciento de la población infectada del Reino Unido ha desvelado que la transmisión del VIH entre heterosexuales en el Reino Unido se encuentra agrupada, pero los grupos son generalmente pequeños y su dinámica de transmisión es menos veloz que entre los homosexuales".


Información de Diario Médico



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El sida, el preservativo y los mitos



Raúl Espinoza Aguilera, columnista de yoinfluyo.com: recientemente, en la prensa nacional se comentaba que el índice del sida –particularmente entre la gente joven–, ha subido considerablemente. ¿Cuáles son los mitos sobre el condón? ¿Cuáles las soluciones en la conducta sexual?



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