domingo, 23 de noviembre de 2008

CARTA A MI HERMANO MUERTO



HACE CUATRO años María escribió en estas páginas una carta a su hermano Pablo en la que le suplicaba: «¡Deja la mierda de la droga!». Hoy ya sólo puede decirle adiós

«Querido Pablo: Llevo varias noches soñando contigo. Me gusta.Es tan real que siento como si estuviera pasando un rato a tu lado. Luego me despierto y te echo de menos. Cada día pienso en ti, siempre en soledad y siempre lloro. Escribo estas líneas cuando ya no estás. Hace poco más de un mes que la droga te separó de nosotros para siempre. Tenías sólo 19 años. Nada puedo hacer ya por salvarte a ti, pero tengo la esperanza de que tu historia ayude a quienes sí tienen aún una oportunidad. Y a mí tampoco me viene mal sacar todo lo que tu muerte me ha dejado dentro.Te escribí otra carta ... en estas mismas páginas [Crónica, 19 de septiembre de 2004], cuando tú eras un adolescente de 15 años que caía irremediablemente al vacío y yo una hermana angustiada que no sabía cómo sujetarte.Entonces te suplicaba que dejaras toda esa mierda por mamá, por papá, por mí y por tus otros cuatro hermanos. Pensé que quizás mis palabras te sacudirían, que reaccionarías. Pero te enfadaste tanto cuando se publicó...

Aún no eras consciente del grave problema de adicción que tenías.Cada vez que te tendíamos una mano para que te aferraras a nosotros la rechazabas. Imagino que entonces para ti sólo éramos unos adultos pesados que querían controlar tu vida. Llegaste a creer que te odiábamos. Me consta que más tarde, cuando abriste los ojos y quisiste curarte, aquella carta te emocionó. Me lo agradeciste.

No te culpo de tu muerte. Sé que en los últimos años luchaste con todas tus fuerzas por salir de allí. Pero no has podido.Cada vez que recaías, te ahogaban las lágrimas y nos pedías perdón.«Lo siento, os quiero mucho. Ayudadme, por favor. Si veis que voy a salir buscar algo, detenedme», rogabas. En aquellos momentos eras como un bebé indefenso. Despertabas tanta compasión y tanta ternura...

Pero era imposible pararte cuando el mono te vencía. En casa se nos encogía el corazón en cuanto la textura cristalina de tu mirada delataba que te habías colocado otra vez. Drogado tomabas el poder. Nos poníamos en alerta para que no te llevaras cualquier cosa que se pudiera cambiar por una dosis. Al principio te transformabas en un desconocido agresivo y violento. Mamá abrazada fuertemente a su bolso y tú forcejeando con ella tratando de quitarle unos euros. ¿Cuántas veces hemos visto esta escena? ¿Cuántas se llamó a urgencias o a la policía porque no podíamos controlarte?

Mamá se consuela como puede. De pequeña perdió a su hermana Pilar, y como tú te has ido justo el día del Pilar, el 12 de octubre, está convencida de que ella ha venido a buscarte. Le reconforta pensar que ahora estáis juntos y reza mucho por ti. Ella siempre estuvo a tu lado en los peores momentos. Nunca te dejó solo.Si no huiste más veces fue por mamá. Papá, ya sabes, es mucho más reservado. Sufre en silencio. Ha luchado por ti de la mejor forma que ha sabido y, al igual que mamá y que todos nosotros, sabe que tú, Pablo, también lo hiciste.

Nunca pudiste soportar la separación de papá y mamá y te sentías culpable por ello y porque los niños vivieran esa situación en casa. Tus hermanos pequeños prácticamente han crecido viendo cómo tú te destruías. ¡Qué rabia que les quede esa imagen de ti! ¡Qué rabia que no hayan conocido al niño divertido, sensible e inteligente que fuiste! Yo te recordaré de pequeñito, garabateando un dibujo fascinante en la mesa del salón. O jugando a indios y vaqueros mientras veías una del Oeste y decidías si serías Indiana Jones o John Wayne. Tu sonrisa, tus bromas, tu estilazo al vestir, el amor que dabas... Aunque fueras más pequeño que yo, te recordaré como el hermano mayor que siempre quise tener.Y como el tío al que más he visto pelear por ser feliz.

Te escribo cuando acaba de salir el último informe anual del Observatorio Europeo de las Drogas y Toxicomanías. España sigue a la cabeza en consumo de cannabis y cocaína. La trampa continúa atrapando a chavales como tú. Espero, al menos, que tus hermanos no caigan. Espero que odien profundamente las drogas. Espero que no toquen nunca más a nuestra familia.

Quizás lo peor ha sido perderte cuando más confianza teníamos en tu recuperación. Todos creíamos en ti más que nunca, ¿sabes? Después de seis meses sin consumir, pensábamos que ésta era la buena. Se te veía fuerte. Y tan ilusionado con lo del bebé. Cuando nuestra hermana mayor, Ana, te llamó al centro para decirte que estaba embarazada te volviste loco de contento. ¡Tu primer sobrino! Le pediste que te dejara ser el padrino y ella te lo prometió si te curabas. «Saldré, por él lo hago todo», dijiste. Duele tanto saber que ni siquiera lo vas a conocer. Es un niño y nacerá en mayo. En principio, Ana pensó en ponerle Pablo, como tú, pero luego le pareció un poco duro. Cada vez que lo llamáramos pensaríamos en ti. Finalmente será Juan Pablo, que sigue siendo un homenaje a ti.

¡Te has perdido tantas cosas, Pablo! Tus sueños eran pequeños: conseguir el carné de conducir, retomar los estudios... Creo que ni siquiera llegaste a votar. En mi carta anterior -ahora que la releo siento que quizás fui un poco dura contigo- terminaba diciéndote que creías que te ibas a comer el mundo y que no te dabas cuenta de que era el mundo quien te estaba comiendo a ti.Desgraciadamente, así ha sido. ¿Sabes lo mal que lo pasé pensando si tenías algún amigo a quien pudiera llamar antes de tu entierro? «Por favor, que se me ocurra alguien que lo eche de menos, por favor...». No se me ocurrió nadie. No tenías amigos. No has vivido, Pablo. ¡Te has perdido vivir!

Cuando papá te pilló el primer porro, con 14 años, no le di importancia.Pensé que eras sólo un adolescente que experimentaba y que esa fase pasaría. Luego descubrimos lo de la cocaína, la heroína incluso. Papá y mamá han pasado los últimos cuatro años tocando puertas y buscando ayuda inútilmente. Unos centros sólo admitían a mayores de edad, otros sólo ofrecían tratamiento de día...Nadie parecía tener una solución para ti.

DE UN CENTRO A OTRO

Primero ingresaste en un internado para menores conflictivos.Nada. Luego en un centro de Navarra. Le siguió aquel piso tutelado por una fundación en Madrid. Otra temporada con la ONG Remar.En Proyecto Hombre. Y esa especie de sanatorio donde sólo sabían sedarte.

En el centro donde ahora estabas, en un pueblo de Palencia, parecían haber dado con la tecla adecuada. En seis meses no te habías metido nada. Los terapeutas te enviaron a casa el 6 de octubre con la intención de que la visita fuera el paso previo a tu reinserción definitiva. Pero cuando llegó el momento de regresar al centro, te marchaste a casa de dos jóvenes que habías conocido precisamente allí y que también estaban en rehabilitación. Recaísteis. El domingo, día del Pilar, la policía llamó para decirnos que esa jornada no habías despertado. Te fuiste mientras dormías.

Los médicos no se explican cómo podías tener una dependencia tan enorme con sólo 19 años. Ni cómo la heroína pudo doblegar con tanta facilidad un organismo sano. Aún no tenemos los resultados de la autopsia pero yo necesito algo más que un frío informe. Necesito saber por qué. ¿Por qué tú? Te criaste en un hogar cálido, acomodado, alejado de la violencia, el alcoholismo o la marginalidad... Rodeado de cariño. ¿Por qué? ¿Por qué tú, Pablo?»


Visite: Comite Independiente AntiSida