viernes, 5 de julio de 2013

El trasplante de médula ósea controla la infección por VIH en dos nuevos casos

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Timothy Ray Brown, el primer caso en el que se ha podido erradicar al VIH

Gracias a un trasplante de médula ósea dos personas infectadas con el virus del sida ha dejado de necesitar la medicación antirretroviral para controlar la infección. Los datos, que se han presentado en la Conferencia Internacional sobre el Sida en Kuala Lumpur se suman al de Timothy Ray Brown, el primer caso en el que se ha podido erradicar al VIH. Sin embargo, el equipo del Hospital Brigham (EEUU) que ha presentados los datos advierte que es «demasiado pronto para hablar de una cura», ya que el virus puede regresar en cualquier momento.

Eliminar el VIH del organismo es parece casi imposible, ya que el virus permanece latente en los denominados reservorios virales. Los medicamentos mantienen el virus bajo control dentro del torrente sanguíneo, pero cuando se interrumpe el tratamiento, el virus siempre vuelve. Sin embargo, algunos resultados que se han presentado recientemente sugieren que parece ser viable mediante el trasplante de médula ósea. Al menos así ha ocurrido en estas dos personas infectadas por el VIH quienes tras haber recibido un trasplante de médula ósea, no parecen tener VIH detectable en su organismo. También resultó esperanzador el caso de la bebé de EEUU que recibió un tratamiento agresivo de antirretrovirales desde alrededor de 30 horas después de su nacimiento y parece haberse curado, según señalaron los médicos de la Universidad de Johns Hopkins en Baltimore.

Desaparecido 
Los dos hombres, que no han sido identificados, habían vivido con el VIH durante 30 años. Ambos desarrollaron un linfoma, que requiere un trasplante de médula ósea. La médula ósea es donde se producen nuevas células de la sangre y se cree que es un importante reservorio para el VIH. Después del trasplante, el VIH era indetectable en la sangre durante dos años en un paciente y cuatro en el otro. Ahora, uno de ellos lleva 15 semanas sin tomar el tratamiento y el otro 7 y, de momento no hay señales del VIH.

Los expertos creen que es demasiado pronto para hablar de curación. Porque, dicen, incluso si realmente se trata de una curación, no es algo disponible para todo el mundo. Un trasplante de médula ósea, señaló Timothy Henrich a la BBC, es un procedimiento muy caro, únicamente indicado para algunos tipos de cáncer y con complicaciones muy graves, como la enfermedad injerto contra anfitrión. No hay que olvidar que tiene una tasa de mortalidad del 15-20% en los primeros años después del trasplante.

Eso mismo recuerda Juan Carlos López, del Hospital Gregorio Marañón de Madrid. «No se puede plantear esta opción a los pacientes con VIH». Pero no sólo por los riesgos, señala. «Hacen faltan donantes muy especiales para que el trasplante de médula pueda controlar la replicación del virus». A lo que se refiere este experto es que, en el caso del paciente de Berlín, el donante de médulas tenían un defecto, «la delección delta 32», que impide al VIH entrar en la célula. Tal y como explica Juan Carlos López «algunas personas, especialmente de origen escandinavo y países del norte, al tener esta mutación impiden que el virus de replique. Así, al eliminar mediante un trasplante los linfocitos del pacientes y sustituirlos por los defectuosos de la médula ósea del donante se puede controlar el virus».

Aunque se ha tratado de reproducir esto en el laboratorio, mediante la modificación de genes, los resultados no han sido todo lo bueno de lo esperado y, como señala Juan Carlos López, «es una posibilidad no a corto plazo». La noticia esperanzadora es que en los dos nuevos casos, los donantes no tenían esta mutación.

Escondites del VIH

Henrich cree que el valor real de esta investigación es que se ha avanzado en una comprensión más profunda del virus y de sus reservorios. «Lo que sí podemos decir es que si el virus está indetectable durante un año o incluso dos años después de interrumpir el tratamiento, sus posibilidades de que reaparezca van a ser muy bajas».

Los investigadores creen que, inicialmente, la médula ósea trasplantada fue protegida contra la infección por los antirretrovirales. Mientras tanto, el trasplante también atacó a la médula ósea original, donde se escondía el virus. No obstante, Henrich advirtió que el virus podría estar escondido dentro del tejido cerebral o el tracto gastrointestinal. «Si el virus vuelve, ello nos sugeriría que estos órganos son un importante reservorio de virus infecciosos y nos serviría para diseñar nuevos enfoques para identificar los reservorios del virus y para el desarrollo de estrategias curativas».

Lo relevante de estos datos es que sugieren que lo que pasó con Timothy Brown, el paciente de Berlín, no fue casualidad. Aunque conviene recordar que para la mayoría de las personas con VIH sería más peligroso someterse a un trasplante que continuar la su medicación diaria.

ABC