martes, 7 de septiembre de 2004

China prohibe el comercio de sangre, para frenar el sida

China prohibe el comercio de sangre, para frenar el sida


Pueblos enteros sufren la epidemia a causa del método ilegal de donación

China ha prohibido la compraventa de sangre, en un intento de frenar la epidemia del sida, que durante años se extendió sin control ante la falta de medidas y programas de prevención por parte del Gobierno.

El Comité Permanente de la Asamblea Nacional Popular China (ANP, legislativo) aprobó el pasado fin de semana la ley, primera diseñada específicamente para frenar el virus del sida, según informó ayer la prensa local. La normativa prevé también la creación de fondos estatales para la prevención de la enfermedad infecciosa, indica el diario «China Daily», que sin embargo no da detalles del plan ni sus prioridades.

Según la ley, los gobiernos deberán evitar y combatir la compraventa de sangre, algo muy habitual en China en las décadas pasadas, sobre todo en las zonas rurales, donde los campesinos aprovechaban este método para obtener ingresos adicionales a la venta de la cosecha.

Centros itinerantes de compra de sangre con escasas medidas higiénicas circulaban por los pueblos recogiendo el líquido, que después devolvían a los donantes tras haber extraído el plasma, lo que disparó el contagio del sida.

Decenas de miles de personas se vieron afectadas por la compraventa de sangre ilegal durante la década de los años 90, y pueblos enteros sufren hoy la infección en la provincia de Henan, donde casi cada familia tiene al menos una persona enferma. Activistas y familiares de las víctimas denuncian la connivencia de las autoridades con estos centros itinerantes, a los que en ocasiones protegían o de los que incluso se beneficiaron.

China tiene oficialmente 840.000 portadores del virus de inmunodeficiencia humana, causante del sida, y 80.000 enfermos. Sin embargo, la agencia del Sida de la ONU (ONUSIDA) estima que la cifra real podría ser mucho más alta, y la epidemia puede llegar a afectar a 10 millones de personas antes de 2010, si Pekín no actúa antes para remediarlo.

La negativa de las autoridades a reconocer el problema y proporcionar tratamiento durante años permitió que la enfermedad continuase extendiéndose más allá de los grupos considerados de riesgo.

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