domingo, 10 de octubre de 2004

Una campaña de UNICEF trata de desbancar los mitos de la explotación sexual infantil

El perfil que se asocia al pederasta poco tiene que ver con el cliente del turismo sexual: Joven de entre 25 y 35 años, que viaja por motivos no sexuales y que se ve atraído por una atmósfera que no denigra la prostitución.

Canalsolidario.org

Redacción (30/09/2004)

La campaña de UNICEF contra la explotación sexual comercial infantil se ha propuesto "desbancar los mitos existentes con verdades". Verdades que afectan en mayor medida a países asiáticos y latinoamericanos, pero que también se sufren en lugares industrializados como España.


La campaña responde de la siguiente manera a algunos de los mitos:

- La prostitución infantil no es un trabajo, sino una violación de derechos.
- No es una preferencia personal, sino una forma de esclavitud.
- Los niños que la practican no ganan mucho dinero, sino que quienes se benefician son los intermediarios.
- Los responsables son los explotadores, no se debe criminalizar a los niños.
- El sexo con niños no es más seguro, al contrario: los menores son más vulnerables al contagio de enfermedades de transmisión sexual y al VIH/SIDA.


Es difícil calcular el volumen de personas relacionadas con esta práctica, pero se calcula que la explotación sexual comercial infantil mueve 12.000 millones de dólares al año y que harían falta 15.000 millones para combatirla. Es una lacra que "aprovecha la vulnerabilidad y la pobreza" y en la que se genera tal negocio que "debido a la corrupción política, sólo la cooperación internacional es efectiva", asegura María Jesús Conde, la asesora regional de protección a la infancia de UNICEF en América Latina y el Caribe.


Actuaciones contra la explotación sexual infantil


Entre las primeras actuaciones que se propone UNICEF está la presión a los gobiernos para que modifiquen sus códigos penales para que se tipifiquen como delito la trata de personas con el fin de su explotación sexual, la pornografía infantil, la explotación de niños en espectáculos públicos o la corrupción de menores. Los esfuerzos también se encaminan para que en los países donde existe esa legislación, que se aplique, ya que a veces la corrupción política impide que se elimine la explotación sexual infantil comercial. Realidad que también afecta a España.

Otra de las misiones de la campaña ha sido estudiar el perfil de la demanda para poder atacar por ese frente. En ese análisis han descubierto que el perfil del cliente del turismo sexual, por ejemplo, no es el del pederasta clásico, sino que corresponde a "un joven de entre 25 y 35 años, que viaja por motivos no sexuales y que se ve atraído por una atmósfera que no denigra la prostitución". Además, subraya María Jesús Conde, esta persona "no se identifica a sí misma como delincuente".


Pero UNICEF no sólo se propone una batalla contra el turismo sexual, que representa sólo el 2% de la clientela de los burdeles asiáticos, sino un trabajo de fondo cultural, ya que la demanda procede en su mayoría del mismo país e incluso de viajes de empresa.

Por todo ello, las medidas también pasan por incidir en la cultura y la educación; fortalecer a los cuerpos policiales y la justicia para que actúen apropiadamente; y, por supuesto, crear oportunidades de empleo y desarrollo para que esos niños puedan mantener una vida digna tras la prostitución.


La organización ofrece una serie de recomendaciones a los ciudadanos para actuar de manera responsable: estar informado, denunciar actividades sospechosas ante autoridades competentes, conocer las consecuencias legales de estas actividades y colaborar con los objetivos de la campaña dando a conocer su contenido.


La concepción del rol de la mujer y la pobreza, principales causas


"Ser una buena mujer en un país asiático –explica el periodista Zigor Aldama como ejemplo- implica un trabajo en el campo más duro que el del hombre porque se añade el cuidado de los hijos, de los mayores y del hogar". Y, aún así, subraya este periodista, "la mujer sigue contando como un cero a la izquierda". María Jesús Conde apunta que la sociedad de estos países es un "caldo de cultivo especial", una sociedad "hipócrita", en la que paradójicamente conviven la permisividad y el estigma hacia la prostitución.


Aún cuando la pobreza es un factor importante, los especialistas apuntan a esa subestimación social de la mujer como la mayor causa de la prostitución. Zigor Aldama, que ha recorrido varios países de Asia en busca de testimonios sobre esta realidad, cuenta la historia de Mai, una chica de 16 años de una familia acomodada de Bangkok, quien le confesó que quería el dinero de su propia prostitución para "comprar ropa de Calvin Klein, un móvil y un DVD". Así, el deseo consumista supera al valor que se otorga a las mujeres y "el hecho de que se erradique la pobreza no significa necesariamente el fin de la prostitución".

info@sinsida.org

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