jueves, 27 de enero de 2005

Sida y salud pública

Una vez pasado el revuelo provocado por lo que, a mi juicio, es una cadena de silencios y malentendidos, me parece oportuno ofrecer un resumen de la información epidemiológica científicamente válida sobre la prevención de la transmisión sexual del sida.

¿Qué dice la epidemiología sobre la prevención de la transmisión sexual del sida? En primer lugar que es evidente, y así se subraya en la literatura especializada, que nunca hubiese ocurrido una pandemia mundial de sida de no existir personas con multiplicidad de parejas sexuales.

En segundo lugar hay algo que ha estado en el foco de la polémica: ¿cuál es la efectividad del condón? La mejor estimación epidemiológica del riesgo de adquirir la infección con el virus del sida cuando siempre se usa condón es de 1,14 contagios por cada 100 personas expuestas a una pareja infectada durante un año. En cambio, cuando nunca se usa el condón este riesgo se estima en 5,75 contagios por cada 100 personas. De aquí se deduce que la reducción del riesgo que proporciona el condón es de aproximadamente un 80% (en términos relativos).

Los riesgos absolutos no son muy altos, es decir, hace falta exponerse mucho para contraer el sida. En cambio, otras enfermedades de transmisión sexual son bastante más contagiosas y en muchas no hay datos suficientes para estimar si el condón es efectivo. Para el sida, está claro que reduce el riesgo, pero no es 100% eficaz. Además, está comprobado que los condones no se usan siempre y muchas veces se usan mal.

La evidencia epidemiológica demuestra que sólo se ha conseguido reducir sustancialmente la epidemia de sida en aquellas poblaciones (Uganda, Tailandia) donde no se ha puesto la confianza exclusivamente en el reparto de preservativos, sino que se ha priorizado la reducción del número de parejas, evitar ir a prostíbulos, fomentar la monogamia y estimular a los jóvenes a abstenerse (castidad). Sólo cuando se insiste en abstinencia y en fidelidad se logran resultados palpables.

El importante consenso de Lancet, publicado en noviembre de 2004, se apoya en la evidencia científica para promover la estrategia ABC: Abstinencia, Fidelidad -Be faithful- y Condón, por este orden. Para el ministerio de sanidad español la "A" pasó absolutamente desapercibida y lo mismo pasó con la "B": Estas dos prioridades coinciden con lo que la Iglesia católica predica desde hace 20 siglos con el nombre de castidad. No hay conflicto, lo que hay es sinergia.

En este país, sin embargo, no vimos nada de la "A" ni de la "B" en los medios de comunicación hasta el encuentro de la ministra con Martínez Camino. Pero entonces, apareció tergiversado, oculto bajo una cortina de humo, que sólo los más ingenuos creerían. La cortina de humo era que algunos interpretaron las palabras de Martínez Camino como si la Iglesia hubiese cambiado de postura.

La Iglesia no ha cambiado en esto, ni, por tanto, ha rectificado después. Siempre ha pensado que usar preservativos es inmoral. Además, desde el punto de vista científico, cualquier estrategia basada única o prioritariamente en el preservativo es contraproducente, como hemos visto. Pero desde el punto de vista técnico, también tiene su lugar, como dijo acertadamente el portavoz episcopal.

Si las acciones de salud pública no se apoyan en la epidemiología van al fracaso. Ningún experto dejaría de ver un fracaso catastrófico en el hecho de que los abortos (según datos del Ministerio) hayan crecido de 47.832 a 79.788 en 10 años (1994-2003) o que la sífilis haya aumentado más de un 30%. Nunca se habían repartido tantos preservativos (y píldoras del día después) en este país y nunca se habían contabilizado tantos fracasos. ¿No será porque sistemáticamente se silencian la "A" y la "B"? Se comprende que a nuestros gobernantes les cueste mucho hablar de fidelidad, abstinencia, castidad o monogamia. No es su entorno ideológico y su "inercia" va en otro sentido. Pero la prioridad no debería ser la ideología ni la inercia, sino la salud de la población, basándose en las evidencias científicamente más rigurosas.


Miguel Ángel Martínez-González
Director del departamento de Salud Pública
Universidad de Navarra
26 de enero de 2005
Publicado en: La Gaceta de los Negocios (Madrid)

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