La ignorancia sobre el sida y el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) llega a tal extremo en China que algunos delincuentes se contagian intencionadamente para evitar ser detenidos por la Policía.
La Nación ( Chole)
Un número indeterminado de delincuentes, ignorantes de que la enfermedad no tiene cura, se contagian a propósito y amenazan a los efectivos policiales con morderlos, arañarlos o pincharlos con una jeringuilla cuando van a ser detenidos.
El hecho fue desvelado esta semana por la presidenta de la Federación de Mujeres de la provincia de Jiangxi (centro), Li Yaping, quien sugirió al legislativo chino penalizar el contagio intencionado del sida.
"Mi sugerencia es que aquellos que transmiten la enfermedad del sida a propósito deben ser penalizados", declaró Li a EFE y señaló que "hay que cubrir un vacío legal".
Los efectivos policiales no se atreven a acercarse a los seropositivos.
"La policía debe recibir mejor preparación. En la década de los años 80 pasó lo mismo en países occidentales por el desconocimiento sobre el sida, y China debería aprender las técnicas que se aplicaron allí y luchar contra el estigma y la ignorancia", declaró a EFE un doctor que trabaja con seropositivos en China y que pidió su anonimato.
Sin embargo, Li sugiere que la penalización sea ampliada también a prostitutas y resentidos. "Ahora hay gente con ganas de vengarse, o con desequilibrios psicológicos, que pierden la confianza en el futuro y transmiten la enfermedad a propósito".
La amenaza de transmitir el sida mediante una jeringuilla surgió hace dos años, cuando algunos de los miles de contagiados de sida tras una venta oficial de sangre en la provincia de Henan, víctimas de la más absoluta impotencia al ser censurado su drama, decidieron ir a ciudades como Hangzhou a atacar en plena calle.
El caso, que afectó según la organización no gubernamental (ONG) Aizhi Action Program a más de 700.000 personas en Henan cuando se produjo el contagio hace casi 10 años, es uno de los más escandalosos de la historia sanitaria china, cuyos culpables, las autoridades locales, continúan impunes mientras algunas aldeas registran ya un 62 por ciento de seropositivos.
"Parece que sucedió un par de veces en Hangzhou por pura desesperación. Eran víctimas inocentes, algo completamente injusto", recordó la documentalista y productora de TVE en Pekín Isolda Morillo.
"Recuerdo que cuando fuimos a filmar en la Universidad Normal de Pekín los estudiantes creían que la principal causa de contagio era por amenaza de jeringuilla, y una chica decía que pensaba protegerse poniéndose mucha ropa encima", señaló Morillo.
Sin embargo, el peligro de ampliar la ley a enfermos que ya están discriminados puede ser una herramienta de represión en un país donde se violan a menudo los derechos humanos.
"Me temo que la ley pueda ser usada contra inocentes. Muchas mujeres son prostitutas porque no tienen oportunidades y ya están siendo perseguidas. Crear más leyes para encerrarlos, en lugar de dar educación y tratamiento, es injusto", dijo el médico.
De hecho, durante el plenario del legislativo que finalizó el martes, la organización Human Rights Watch (HRW) denunció que los contagiados de Henan son arrestados para evitar que se pusieran en contacto con los congresistas para exigir justicia.
"Estoy de acuerdo con penalizar los contagios intencionados. Pero es difícil identificar cuándo es a propósito. Creo que los enfermos tienen derecho a protegerse, aunque no soy partidario de actos muy radicales", declaró a EFE Meng Lin, director del centro Love Ark, de Pekín, que agrupa a seropositivos como él.
"En Guangxi Zhuang (sur) y Shaanxi (noroeste) el gobierno concentra a los enfermos en hospitales aislados. Es inhumano", opina Meng, y la última regulación del 1 de marzo considera que "la población con más posibilidades de contagio son prostitutas, homosexuales y drogadictos. Creo que es discriminatoria".
Según este afectado, es más importante desarrollar ayuda, compensaciones y buen tratamiento, "que legislar para decirles a los más débiles lo que no pueden hacer".
En China hay 650.000 afectados por el sida, según cálculos del Ministerio de Sanidad y de la Organización Mundial de la Salud (OMS), una situación que consideran crítica.
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