Resultados de la primera prueba de una nueva terapia génica basada en virus del sida «desactivados» empleados para llevar una carga genética que impide que el VIH se replique.
ABC. DANIEL MEDIAVILLA. MADRID.
Como se conoce por las películas policiacas, en la lucha contra un enemigo fuerte y bien organizado siempre es conveniente tener a alguno de los nuestros infiltrado entre las huestes enemigas. El sistema funciona mucho mejor, y el topo levanta menos sospechas si fue reclutado entre «los suyos».
Algo parecido ha hecho un equipo de investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Pensilvania, dirigido por Carl June y Bruce Levine, en un ensayo clínico cuyos resultados se publican esta semana en la edición electrónica de la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS). En el artículo se explican los resultados de la primera prueba de una nueva terapia génica basada en virus del sida «desactivados» empleados para llevar una carga genética que impide que el VIH se replique.
Infusión de células
El procedimiento funciona como sigue. En primer lugar se extraen del virus del sida todos los genes estructurales, causantes de la enfermedad. De este modo, se logra un vehículo eficiente para transportar una carga genética contra el propio VIH. Después, el resultado se traslada a las células inmunes del paciente. Una vez superado este proceso, se inyecta en el paciente una infusión con diez mil millones de esas células modificadas -entre el 2 y el 10 por ciento de linfocitos de una persona normal-. Cuando el VIH trata de atacar a estos linfocitos se encuentra con que, debido a la carga genética que contienen, no puede replicarse y su asalto fracasa.
En la primera aplicación de esta terapia en humanos, cinco pacientes con VIH crónico que no habían respondido, al menos, a dos tratamientos antirretrovirales recibieron una infusión de sus propias células inmunes modificadas. La carga de VIH en los pacientes permaneció estable o descendió durante el periodo del ensayo y uno de ellos mostró una caída sostenida de la carga viral. Por otro lado, los niveles de linfocitos -las células que nos defienden contra las enfermedades, víctimas habituales del VIH- se mantuvieron estables o se incrementaron en cuatro de los pacientes durante los nueve meses de seguimiento.
El objetivo de esta primera fase de ensayos era comprobar si era seguro y factible el empleo del VIH como vector para la aplicación de terapias génicas. La preocupación por este aspecto era fundada. En anteriores pruebas de terapia génica los problemas habían sido numerosos, e incluso algunos pacientes habían llegado a desarrollar cáncer. Según Carl June, este primer objetivo se ha cumplido, pero los resultados «dejan ver algo más».
«En principio -según explicó a ABC Rafael Delgado, del Laboratorio de Microbiología Molecular Hospital Universitario 12 de Octubre- lo que se intenta con estos estudios es comprobar que se puede utilizar este virus como vector. Después se trataría de introducir el vector con su carga en células con una vida más larga que los linfocitos, como las células madre».
Esperanza y cautela
En este primer ensayo, lo esperado era que sólo los linfocitos sometidos al proceso de terapia génica fuesen resistentes al VIH, y que la vida de estas células fuese breve. El objetivo de fases posteriores sería empaquetar el vector de tal manera que, además de tener una vida más larga, pudiese extenderse a otras células para convertirse en una terapia eficaz. Sin embargo, en esta primera fase, los investigadores pudieron observar las células modificadas genéticamente durante meses. «Esto es significativo -afirmó el coautor del estudio Bruce Levine-, ya que muestra que estas células no mueren de inmediato dentro del paciente». Además, añadió Levine, «la parte realmente interesante del estudio vino cuando vimos el significativo descenso en la carga viral de dos pacientes, y en otro paciente, un descenso espectacular». No obstante, el investigador advirtió que «sólo porque se hayan producido resultados esperanzadores en uno o dos pacientes, eso no quiere decir que vaya a funcionar para todo el mundo». «Queda mucho trabajo por hacer», añadió. En el presente estudio, el seguimiento a los pacientes continuará durante 15 años más.
Además de la aplicación en la lucha contra el sida, los resultados de este ensayo clínico abren un nuevo campo para los vectores basados en lentivirus como el VIH, al mostrar que se pueden emplear con seguridad. Estos organismos permitirían evaluar el uso de terapias génicas en un espectro de enfermedades más amplio -mejorando la manipulación de células como las neuronales o las células madre- que otros virus empleados hasta ahora como vectores, como los adenovirus. Un nuevo campo se abre, pero queda mucho todavía por hacer.
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