Este 1 de diciembre se celebra el «Día Mundial del Sida» y Semanario le invita a reflexionar en las consecuencias del uso del condón: sus mitos y su fracaso.
Reporteros Juveniles
Sin distinciones
Gustavo es un joven de 19 años, estudia la carrera de Medicina y tiene toda la vida por delante. Entre sus amistades figura Rosa, una chica de 20 años. Cierto día en que Gustavo y ella se encontraron en una fiesta comenzaron a beber. Poco a poco fueron perdiendo el control de sus pensamientos y de sus cuerpos; la atracción que el uno sentía por el otro llegó a tal grado, que tuvieron una relación sexual.
Al día siguiente, Gustavo amaneció solo. El teléfono sonó y contestó:
-Hola, soy Rosa -dijo la voz del otro lado del teléfono; ella tenía una vida sexual activa desde los 16 años-, tengo sida -concluyó. Colgó-.
Para Gustavo, al igual que para otros jóvenes, el bombardeo de imágenes en revistas, en la televisión y otros medios acerca del uso del condón, lo convirtieron en su único consuelo: «No hay problema, usé preservativo», se decía constantemente a sí mismo.
Después de tres meses, Gustavo comenzó a sentir un cotidiano cansancio, acusaba dolor en la espalda y la nariz expelía incesantes fluidos: «Resfriado común», pensó. Dentro de su cuerpo, el Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) se había instalado. Había entrado 90 días antes a través de una pequeña llaga que tenía en la piel, tan pequeña que no presentó molestia alguna. El condón no le había servido. El virus penetró en su cuerpo, se sumó a la circulación sanguínea normal y se adhirió a un linfocito: tras esta mezcla se transformó en parte de su Ácido Desoxirribonucléico (ADN). Luego, comenzó a reproducirse en el interior de la célula huésped y ¡bang!, explotó y liberó un importante número de virus iguales, que infectaron el cuerpo de Gustavo.
Él dejó de asistir a la escuela, presentaba fiebre, dolor muscular y un escozor que cubría su zona genital; acusó diarrea y se deshidrató poco a poco, al tiempo que sus labios se partieron y su cara se tornó lánguida y pálida, como todo su cuerpo.
Su familia lo trasladó a un hospital; ahí, se enteraron que tenía sida. Sobrevino entonces el derrumbe moral de sus familiares. Hoy, Gustavo se encuentra conectado a diferentes tubos en ese hospital; lo mantiene vivo el suero que le inyectan y la respiración artificial. Gustavo, lamentablemente, morirá en pocos días.
De la ficción a la realidad
En esto del sida, no todo es fantasía. En México se venden 150 mil condones por semana, de los cuales la mayor parte es consumida por jóvenes y adolescentes; marcas «reconocidas» y hasta «genéricas» se han posicionado de este mercado que basa su éxito en los instintos de un momento. Esta situación arroja números alarmantes.
En nuestro País, cada once meses se duplica el número de infectados de VIH, y se calcula que por cada caso declarado, existen de 60 a 100 portadores de sida todavía asintomáticos que transmiten la enfermedad. La principal vía de contagio es la sexual: ocupa 91.1 por ciento en hombres, y 55.8 en mujeres. La práctica homosexual es una conducta propensa a la transmisión en un 300 por ciento más que la vía vaginal, ya que el recto es una zona vascularizada con mucosa de absorción; la violencia traumática que presenta ese tipo de relaciones, favorece los desgarres, además de que existe un elevado número de relaciones con personas diversas.
Tan sólo en Jalisco, hasta el primer trimestre de 2002, existían cinco mil 693 casos registrados de sida, y en todo el País, 52 mil 473, lo que quiere decir que por cada 100 mil habitantes, por lo menos 50 son seropositivos; pero lo más lamentable de toda esta trágica cuestión, es que las autoridades sanitarias y grupos de poder promueven los «preservativos» bajo el lema: «Sexo seguro», de forma por demás irresponsable. Así pues, el condón, lejos, muy lejos de prevenir el sida y otras enfermedades de transmisión sexual (ETS), promueve la promiscuidad y resulta además, un jugoso negocio.
Condón, panacea para las autoridades
Reporteros Juveniles
El sida ha causado la muerte en este año a 3.5 millones de personas y ha contagiado a otros cinco millones, según ONUSIDA. El total de afectados son ya 40 millones. No obstante, autoridades y organismos internacionales se aferran en promover el condón como la solución a un problema que requiere algo más que una respuesta de látex.
Terquedad o ignorancia
Uno de los más grandes pensadores de la historia, Platón, decía que las ciudades deberían estar gobernadas por los filósofos (es decir, sabios), ya que muchos que se dedican a la «cosa pública» (política) se mueven por intereses muy distintos a la dignidad de la persona, y no la contemplan en todas sus dimensiones. Sus decisiones no van más allá de intereses políticos.
Y pareciera que eso es lo que hoy sucede con algunas autoridades y organizaciones que promueven el uso de estos métodos. Pese a las evidencias en el incremento de personas infectadas de VIH, el condón se sigue promoviendo entre los adolescentes, jóvenes y universitarios. Como el caso de la campaña: «Alerta, Código Rojo: Usa condón», que es promovida en preparatorias y universidades públicas de nuestra ciudad, como si éste fuera una arma, que en manos de los jóvenes, ahuyentara a espermatozoides, gonococos o virus del sida: «Pensar eso -dice el profesor de Sociología, José Pérez Adán-, es estar más cerca de la superstición que de la ciencia, lo que es doblemente irresponsable tratándose de las autoridades». Lo cierto es que el látex no es la panacea como lo quieren hacer ver.
De cifras y datos
A los reporteros nos fascinan los números, nos gustan los datos porque, en muchas ocasiones, nos acercan a la realidad, aunque ésta, siempre supera a aquéllos.
Si el preservativo fuera eficaz, los casos de contagio de sida habrían tenido que descender en aquellos países en los que se han promovido grandes campañas, y no ha sido así; lo mismo los casos de embarazos y las ETS. El British Medical Journal publicó un estudio sobra la incidencia de ese tipo de campañas en América del Norte, Australia y Europa para prevenir embarazos en jóvenes de 11 a 18 años, desde 1970 hasta el año 2000, y el resultado es elocuente: Doce estudios en ocho mil 019 jóvenes concluyen que los programas no han servido para reducir el índice de embarazos ni enfermedades. Significativamente, en EE.UU. y el Reino Unido, los dos países donde más se insiste en la necesidad del sexo seguro, son también los que tienen mayor número de embarazos en adolescentes de Occidente, según UNICEF. Otro ejemplo más: desde la campaña de «prevención», realizada en España, con el lema: «Póntelo, pónselo», ha aumentado la tasa de abortos entre mujeres de 15 a 19 años, pasando del 3.10 al 7.49 por ciento.
La ilógica de las autoridades
R.J.
Las cosas no son tan complicadas: el tabaco crea adicción y produce cáncer y otras enfermedades. El hábito de fumar, pues, puede causar cáncer. La promiscuidad, es un mal hábito que trae consigo muchas enfermedades, entre ellas, el sida. Resulta curioso que en el caso del tabaco, las autoridades intentan acabar con el problema desde la raíz, suprimiendo el hábito de fumar: fueron prohibidos los comerciales de cigarros en la televisión, retirados los espectaculares de la ciudad, etcétera; empero, en el caso del sida, por el contrario, las autoridades de salud reparten preservativos a diestra y siniestra y buscan afanosamente la solución mágica para revertir la inmunodeficiencia. Una lógica que, aplicada al tabaco, sería más o menos así: fume usted lo que quiera que los médicos se encargarán de impedir o de curar su cáncer. Por ello, no deja de ser contradictorio que en la prevención del sida se omita la solución más económica y eficaz: la educación y el valor de la abstinencia.
Otro ejemplo, siguiendo la lógica de quienes promueven el uso del condón sería: la Secretaría de Vialidad y Transporte tendría que argumentar en lugar de ese lema que versa: «Si bebes, no conduzcas», otro que dijera: «Si bebes, usa el cinturón»; a todas luces, esta «lógica» resulta ilógica.
Los mitos del condón
Reporteros Juveniles
Uno de los grandes mitos que impera en el mundo moderno es que el condón ofrece total seguridad al emprender relaciones sexuales. No es así. Los controles de calidad demuestran que no es total la impermeabilidad de los condones.
Mito: el condón es seguro; realidad: no, no lo es
En España, los estudios de la Unión de Consumidores, realizados durante los últimos once años, demuestran que más de la mitad de las marcas de preservativos no cumplen con los estándares de calidad ni seguridad. Y 51 por ciento de los condones vendidos en las sex shops (tiendas de artículos sexuales), no reúnen los requisitos técnicos.
Ahora bien, en 1987, la Food and Drug Administration (FDA), comenzó a aplicar una prueba de pérdida de agua, en la que el «preservativo es llenado con 300 ml de agua. Tienen un nivel de calidad aceptable cuando, en cualquier lote dado, la tasa de fallo por permeabilidad al agua no excede cuatro preservativos por mil. Los lotes que exceden este criterio específico de rechazo, son retirados o excluidos de la venta. Entre los lotes de preservativos que tenían un nivel de calidad aceptable, la tasa de fallos observada estaba en el 2.3 sobre mil». Ya en febrero de 1988, un estudio reveló que el fallo global de todos los lotes era de 12 por ciento, y hubo 16 rechazos de preservativos defectuosos. Posteriormente fueron rechazadas las marcas «Ramses Extra Strength» (marzo de 1991), debido a la cantidad inaceptable de orificios y fisuras en al anillo, y la «Saxo Wet Lubricated» (mayo de 1991), por no aprobar el control de calidad de la FDA.
¿Y los controles de calidad en nuestro País?
En México, un reportaje sobre la calidad de los condones incluyó 26 marcas, tanto importadas como nacionales, teniendo las siguientes conclusiones:
Defectos visibles: Se llevaron a cabo análisis para verificar la inexistencia de defectos, tales como: orificios, rasgaduras, roturas, escurrimientos de material, partes débiles, bordes distorsionados, etcétera. Se encontró que las marcas «Sheik Elite», «Ramses Sensitol» y «Trojan Plus» presentan una calidad regular.
Orificios no visibles: El análisis consistió en llenar el preservativo con agua para corroborar que, después de manipularlo durante un tiempo específico, aquél no presentara fugas. Bajo ese patrón de calidad resultó que las marcas «Therso», «Flash», «Cowboy Studded» y «Sheik Elite» tuvieron una calificación de regular, y en las marcas «Everything» y «Sico Sensitive», el resultado fue deficiente.
En Estados Unidos retiraron del mercado la marca «Avanti» después de estar disponibles en las farmacias durante más de cuatro años, al encontrar un índice de error de 14 por ciento, mientras que los fabricantes admitían fracasos inferiores.
¿Cuál es la tasa de fallos admitida en los condones que se venden en México?, ¿qué pasa con aquéllos que exceden ese límite y continúan a la venta?, ¿quién responde por ellos? ¿Qué se puede dar a cambio del contagio por fallas en el condón? En las empresas del ramo, el límite de rechazo permitido es de tantas partes por mil, entonces, en este caso, ¿de cuánta efectividad estamos hablando para efectos del sida? ¿Sigue el criterio norteamericano de los años ochenta, de que los condones tengan un nivel de calidad aceptable cuando, en cualquier lote dado, la tasa de fallo por permeabilidad al agua no exceda de cuatro preservativos por cada mil productos?
Poros microscópicos
Por otro lado, los tests eléctricos de permeabilidad sólo son capaces de localizar agujeros de entre 10 y 12 micras en los preservativos de látg, es decir, túneles liputienses (grasosos) que atraviesan las paredes del condón, pero suficientemente anchos como para que un espermatozoide, cuya cabeza tiene un diámetro de 3 micras, los cruce cómodamente como si caminara en una autopista de cuatro carriles. Ahora, si se trata del VIH, cuyo tamaño en de 0.1 micras de diámetro, es decir, 30 veces menor que la cabeza de un espermatozoide, ¿que no puede pasar? Basta con que haya un orificio de una sola micra de diámetro en el condón, para que el virus del sida se cuele en un organismo.
En fin, la evidencia de la rotunda eficacia del condón brilla por su ausencia. Por ejemplo: los usuarios del condón tienen dos tercios de posibilidades en relación con los que no lo utilizan, de evitar las enfermedades de transmisión sexual, según la OMS. Un informe publicado en 2002 por el Medical Institute of Sexual Health, de Washington, concluyó que «no existe evidencia de ningún tipo de reducción de riesgo de transmisión del virus del papiloma humano en la transmisión de la sífilis, cuando se usa preservativo, ya que éste deja un riesgo de infección de entre un 50 y un 71 por ciento; y en enfermedades como la gonorrea, el riesgo de infección, es de 50 por ciento».
Educación, abstinencia y cambio de conducta
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El filósofo español, José Ramón Aylión, autor del libro Luces en la caverna, dice lo siguiente: «Alguien podrá pensar, que proponer un cambio de conducta basado en el autocontrol es imponer una moral intolerante, conservadora y represiva; pero proponer no es imponer, y la OMS ha repetido, una y otra vez, que la única prevención eficaz contra el sida es la fidelidad a la pareja o la continencia. Me viene a la memoria un programa de radio sobre educación sexual, cuando una mujer preguntó por teléfono: '¿Cuándo se está preparado para hacer el amor por primera vez?'. El sexólogo le respondió a la jovencita: 'Cuando lo desees'. Esa respuesta, a mi parecer, vale un jugoso comentario: Me parece un trivial consejo de anuncio publicitario. En una etapa vertiginosa e intensa como es la adolescencia, cuando los muchachos están construyendo su libertad -que por lo demás es un asunto delicado-, ese consejo es de una simplicidad mortal. La libertad es la adecuada gestión de las ganas y unas veces habrá que seguirlas y otras, no. El deseo no es indicio de nada, más que de sí mismo. Es siempre un motivo para actuar, pero sólo el deseo inteligente es una razón para actuar. Con frecuencia se confunde la espontaneidad con la libertad, lo cual es clara muestra de analfabetismo. Todos los burros que conozco son, desde luego, animales muy espontáneos, pero tengo mis dudas acerca de su libertad.
La difusión y el reparto de preservativos ha sido la única política de prevención que se ha llevado a cabo, y los resultados están a la vista: somos el país más infectado de la Unión Europea. Con los datos científicos y la experiencia que tenemos, no hay ninguna razón para no intentar otro tipo de campañas. Si no se hace, el Gobierno nos está manipulando».
Hasta aquí la reflexión del filósofo. Por todo lo expuesto, los Reporteros Juveniles que colaboramos en Semanario, creemos que la conducta de las autoridades gubernamentales y lo que está ocurriendo en nuestras preparatorias y universidades, de promover el uso del condón, es sólo una trivialización del sexo, cuyas consecuencias pueden ser, y son, funestas. Creemos que es una irresponsabilidad equiparar, como lo dan a entender estas campañas, el condón con cero riesgos; este es un mensaje que miente.
La educación sexual que promueva la dignidad de la persona, así como la promoción de la abstinencia y de la fidelidad, son la única garantía para que la sociedad camine por senderos de salud y bienestar. Claro, esto es mucho más difícil; no es camino de rosas, pero es cien por ciento seguro, más económico, aunque implica mayor compromiso.
El negocio del látex
Recientemente, una importante empresa de condones ha comenzado a promover su producto a través de un spot televisivo que, según argumentan, promueve el «sexo seguro», y de paso incrementa sus ventas. En el anuncio aparece un muchacho de algunos quince años, que camina por un mercado. Todas las mujeres que ve le parecen atractivas, pues aparecen dejando ver su ropa íntima y sus atributos físicos; después se escucha una voz en off que dice: «Si todas te parecen hermosas, entonces ya estás listo para usar.». La cuestión es: ¿Por qué utilizar un jovencito para promover un preservativo? ¿Qué es lo que se promueve entonces: el condón o la vida sexual bajo los impulsos del hombre? ¿Creen ustedes, que le interesa la dignidad de la persona a estas empresas?
Asimismo, hay que considerar la siguiente información: El condón de látex constituye un jugoso negocio. Según la compañía alemana de profilácticos «Sanamed Duo», el mercado de preservativos mueve cerca de dos mil millones de dólares al año en todo el mundo; buen negocio, ¿no creen?
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