Forja Libre es una Asociación sin ánimo de lucro, de ayuda contra la droga, que tiene su sede en el Distrito de Carabanchel de Madrid, y que realiza actividades desde 1998
La Asociación está integrada en FERMAD (Federación Madrileña de Asociaciones de Asistencia a Drogodependiente y su Familia) y en AEVOL (Asociación Española de Voluntariado).
Lo que caracteriza a Forja Libre y constituye su aspecto diferencial en relación con otras organizaciones de ayuda contra la droga, es el desarrollo de sus actividades todos los días de la semana y en especial los sábados y domingos (mañana y tarde); días en los que las personas a las que van dirigidos los Programas no encuentran fácilmente Centros públicos o privados en los que se les atienda.
¿Qué les movió a desarrollar este programa de reinserción en Forja Libre?, ¿en qué año comenzaron este programa?
Las personas que pusimos en marcha nuestra Asociación estábamos sensibilizadas, cada una por diversos motivos, con el tema de la droga. Una persona que nos conocía a las tres –fuimos tres las que empezamos– nos puso en contacto, y nos animó a que organizáramos una Asociación con un sello personal traducido en esperanza, alegría y lucha por la vida. Siempre volver a empezar y nunca tirar la toalla por difíciles que sean las circunstancias personales de cada uno. Esto que acabo de decir supone una filosofía de la vida, que en nuestro caso está fundamentada en la certeza de que cada uno es hijo de Dios y que Él nos quiere como somos.
Así es como nos lanzamos a esta aventura, con la convicción de que, como dijo Juan Pablo II y nos ha vuelto a recordar recientemente Benedicto XVI, “Vale la pena trabajar para el hombre”, y haciendo nuestra esa frase de Goethe que dice “Todo lo que puedas pensar o imaginar ponte a hacerlo, la audacia lleva consigo genio, poder y magia, empieza ahora”, nos pusimos a ello. Después de unos meses de preparación, abrimos la sede de la Asociación Forja Libre, el 1 de septiembre de 1999, centrándonos al inicio en dos proyectos: Prevención con menores y jóvenes, y Reinserción con adultos. Después, dando respuesta a nuevas necesidades, la actividad de la Asociación se ha ido ampliando también al ámbito familiar y a la ayuda de mujeres inmigrantes, capacitándolas en el campo laboral de las ciencias domésticas.
¿Cómo se dan a conocer para que la gente acuda a recibir la ayuda de este proyecto?
Todos los recursos sociales –los CAD, los CAID, Cruz Roja, los CASI, Albergues y Asociaciones– que trabajan con esta población en el Distrito de Carabanchel donde estamos ubicados y de otros Distritos conocen nuestras actividades y son ellos quienes básicamente nos derivan a los usuarios.
¿Cuántos voluntarios participan y cuántos se benefician de este programa?
En 2007 han participado once voluntarios en las actividades de Reinserción Psicosocial, y cuarenta y tres en las actividades de Prevención con menores y jóvenes.
El número de beneficiarios de los Programas de Reinserción y Prevención han sido 150 y 213 personas respectivamente.
Los números hablan por sí mismos del balance positivo, ¿cuál cree que ha sido la clave del éxito?
Éxito para las personas que trabajamos con esta población significa que, aunque caigan una y otra vez en lo mismo, vuelvan a levantarse y a empezar de nuevo. En este sentido sí que son positivos los resultados obtenidos.
¿Cuál es su opinión sobre el efecto que la colaboración en el programa produce en los voluntarios?
En primer lugar, se dan cuenta del deterioro horrible que produce en las personas la droga; esto es importante porque la mayoría de los voluntarios que colaboran con ellos son gente joven. En segundo lugar los voluntarios son un referente de vida normalizada para los drogodependientes. Esto supone un estímulo para los beneficiarios.
Desde la experiencia de este programa, ¿en qué debe apoyarse una persona que ha caído en la drogadicción y que desea salir de ella?
Ellos son conscientes de que cuando consumen pierden su identidad como persona, y el sentirse escoria humana es algo terrible. Por eso, cuando se sienten queridos y respetados empiezan a pensar que sí hay esperanza para ellos. Esto es lo primero que les permite desear el cambio. Nosotros estamos convencidos que sólo desde el cariño se pueden mejorar las actitudes de las personas. Después, se siguen los pasos ya conocidos por la mayoría de ellos: comunidad terapéutica, etc.
¿Cómo debe ser el entorno para ayudar a una persona a salir de esta situación?
En primer lugar es básico el apoyo familiar, algo que no es fácil debido a su situación personal. La experiencia desde la Asociación es que hay muchas más probabilidades de éxito cuando esto sucede.
En segundo lugar, también es muy importante su grupo social; rodearse de personas de vida normalizada que le hagan sentirse uno más.
¿Cómo puede, a su juicio, prevenirse una situación así?
Fundamentalmente a través de un entorno familiar unido donde se vivan los valores básicos, como el respeto, la sinceridad, el trabajo bien hecho... El entorno social es otro factor importante a tener en cuenta. Y la información a padres e hijos, sobre las drogas y sus consecuencias, juega también un papel básico en la prevención.
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Lo que caracteriza a Forja Libre y constituye su aspecto diferencial en relación con otras organizaciones de ayuda contra la droga, es el desarrollo de sus actividades todos los días de la semana y en especial los sábados y domingos (mañana y tarde); días en los que las personas a las que van dirigidos los Programas no encuentran fácilmente Centros públicos o privados en los que se les atienda.
¿Qué les movió a desarrollar este programa de reinserción en Forja Libre?, ¿en qué año comenzaron este programa?
Las personas que pusimos en marcha nuestra Asociación estábamos sensibilizadas, cada una por diversos motivos, con el tema de la droga. Una persona que nos conocía a las tres –fuimos tres las que empezamos– nos puso en contacto, y nos animó a que organizáramos una Asociación con un sello personal traducido en esperanza, alegría y lucha por la vida. Siempre volver a empezar y nunca tirar la toalla por difíciles que sean las circunstancias personales de cada uno. Esto que acabo de decir supone una filosofía de la vida, que en nuestro caso está fundamentada en la certeza de que cada uno es hijo de Dios y que Él nos quiere como somos.
¿Cómo se dan a conocer para que la gente acuda a recibir la ayuda de este proyecto?
Todos los recursos sociales –los CAD, los CAID, Cruz Roja, los CASI, Albergues y Asociaciones– que trabajan con esta población en el Distrito de Carabanchel donde estamos ubicados y de otros Distritos conocen nuestras actividades y son ellos quienes básicamente nos derivan a los usuarios.
En 2007 han participado once voluntarios en las actividades de Reinserción Psicosocial, y cuarenta y tres en las actividades de Prevención con menores y jóvenes.
El número de beneficiarios de los Programas de Reinserción y Prevención han sido 150 y 213 personas respectivamente.
Los números hablan por sí mismos del balance positivo, ¿cuál cree que ha sido la clave del éxito?
Éxito para las personas que trabajamos con esta población significa que, aunque caigan una y otra vez en lo mismo, vuelvan a levantarse y a empezar de nuevo. En este sentido sí que son positivos los resultados obtenidos.
¿Cuál es su opinión sobre el efecto que la colaboración en el programa produce en los voluntarios?
En primer lugar, se dan cuenta del deterioro horrible que produce en las personas la droga; esto es importante porque la mayoría de los voluntarios que colaboran con ellos son gente joven. En segundo lugar los voluntarios son un referente de vida normalizada para los drogodependientes. Esto supone un estímulo para los beneficiarios.
Ellos son conscientes de que cuando consumen pierden su identidad como persona, y el sentirse escoria humana es algo terrible. Por eso, cuando se sienten queridos y respetados empiezan a pensar que sí hay esperanza para ellos. Esto es lo primero que les permite desear el cambio. Nosotros estamos convencidos que sólo desde el cariño se pueden mejorar las actitudes de las personas. Después, se siguen los pasos ya conocidos por la mayoría de ellos: comunidad terapéutica, etc.
¿Cómo debe ser el entorno para ayudar a una persona a salir de esta situación?
En primer lugar es básico el apoyo familiar, algo que no es fácil debido a su situación personal. La experiencia desde la Asociación es que hay muchas más probabilidades de éxito cuando esto sucede.
En segundo lugar, también es muy importante su grupo social; rodearse de personas de vida normalizada que le hagan sentirse uno más.
¿Cómo puede, a su juicio, prevenirse una situación así?
Fundamentalmente a través de un entorno familiar unido donde se vivan los valores básicos, como el respeto, la sinceridad, el trabajo bien hecho... El entorno social es otro factor importante a tener en cuenta. Y la información a padres e hijos, sobre las drogas y sus consecuencias, juega también un papel básico en la prevención.
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