lunes, 9 de febrero de 2009

Prostitución, publicidad y el Ministerio de Igualdad

Ignasi García Rafanell

La sociedad actual pone su empeño en defender una mujer imaginaria políticamente correcta y se olvida de la gran mayoría que vive la realidad de cada día

Hace pocos meses la ministra ‘igualadora’ prohibió un anuncio sobre Letras del Tesoro del Ministerio de Economía porque según su criterio -también el de la oposición– se colocaba a un ama de casa en un rol discriminatorio y subordinado a la familia, completamente alejado al deseado en una sociedad moderna y democrática.


El anuncio seguía un guión de una escena familiar donde un ‘hombre' alababa las croquetas que cocinaba su ‘mujer’ en una conversación coloquial, que tipificaba con mejor o peor acierto la imagen mas tradicional y hogareña de la mujer en nuestro país.


Sorprende la prohibición del anuncio para salvar el honor y la dignidad de la Sra. frente a los ‘miles de anuncios’ en los periódicos sobre centenares de miles de mujeres que en España se ven continuamente humilladas en el ejercicio de una prostitución que casi todas no desean ni para ellas ni para sus hijos. Anuncios groseros y sin límite en los periódicos mas ‘serios’ incitan a los lectores españoles a manosear por unos euros unas mujeres que, en la mayoría de los casos, están en situación crítica y proceden de países subdesarrollados.


De todos es conocido el papel de los medios en la opinión pública y en el avance de nuestra sociedad. A pesar de que algunos héroes se niegan a este tipo de propaganda, la mayoría de la prensa escrita se rinde a esta publicidad que genera 40 millones de euros en España a costa de un colectivo de mujeres ‘conducidas’, que en su mayoría no consiguen cambiar de actividad.


A menudo la sociedad actual pone su empeño en defender una mujer imaginaria políticamente correcta y se olvida de la gran mayoría que vive la realidad de cada día. Si bien la promoción de la mujer en la sociedad actual tiene buenas razones, algunos sin carisma mantienen posiciones hipócritas.


Nos ocupamos de la dignidad de la señora que cocina en casa, que casi nadie ha negado, y nos olvidamos de un sector muy importante de mujeres que aún viven en la sumisión y explotación sexual. Se busca el aplauso fácil del votante feminista y se aplaza la solución de los problemas reales de las mujeres tristemente marginadas en muchos países y en diversos trabajos vejatorios que la sociedad civil no ha sabido reconducir.


Cada uno puede hacer mucho en estos temas,... sobre todo a la hora de comprar nuestro periódico habitual.



Comite Independiente AntiSida

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