Hace casi 30 años -el 5 de junio de 1981- los CDC (Centers for Disease Control and Prevention) de Estados Unidos alertaron en una conferencia de prensa sobre la detección de cinco casos de neumonía por Pneumocystis Carinii en Los Ángeles y un mes después, fueron detectados varios casos de Sarcoma de Kaposi (un tipo de cáncer de piel). Si bien ambas enfermedades eran conocidas en el mundo de la medicina, la aparición conjunta de las dos en varios pacientes llamó la atención de los especialistas.
Las primeras investigaciones arrojaron que, en la mayoría de los casos, se trataba de hombres homosexuales sexualmente activos y que en muchos casos sufrían de otras enfermedades crónicas (hoy conocidas como oportunistas).
Al momento de realizarles pruebas sanguíneas se constató que los pacientes carecían del número adecuado de un tipo de células sanguíneas llamadas T CD4+ (Linfocitos T cooperadores).
En la mayoría de los casos los pacientes fallecieron a los pocos meses, marcando el inicio de lo que hoy conocemos como el SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), enfermedad que afecta a los humanos infectados por el VIH (virus de la inmunodeficiencia humana).
A partir de esa fecha se inició una verdadera batalla por identificar de manera clara al causante de dichas muertes, las que iban aumentando con el correr del tiempo y que, incluso, sirvieron de excusa para que algunos atacaran de distintas formas a las llamadas “minorías sexuales”.
Pero hoy se abre una nueva luz de esperanza para todos aquellos que, de una u otra manera, se ven enfrentados a diario a esta enfermedad; luego de que -por vez primera- un hombre fuera declarado de manera oficial como curado del virus VIH.
Las personas infectadas por esta enfermedad ven destruido su sistema inmune, por lo que queda expuesto a distintos tipos de virus, bacterias, hongos y a un número indeterminado de enfermedades que cualquier persona sana es capaz de controlar (como la neumonía, la meningitis o la tuberculosis).
Para mantener la enfermedad a raya se desarrollaron diversos tratamientos, siendo el más exitoso el que hoy conocemos como triterapia o TARGA (Terapia AntirRetroviral de Gran Actividad). Claro que este tipo de tratamientos no curan la enfermedad, sino que sólo logran disminuir la carga viral a un nivel que permite que los enfermos lleven una vida normal (aunque sin las debidas precauciones pueden seguir contagiando a otras personas). De hecho en algunos casos la carga viral llega a un nivel tan bajo que en los test normales darían negativo.
El caso que origina esta nota se relaciona con un ciudadano de Estados Unidos que reside en Berlín y que por cosas del azar se convirtió en el primer ser humano que se curó de dicha enfermedad.
¿Pistas para una cura?
Timothy Ray Brown, el hombre en cuestión, era un portador de SIDA desde hace unos años, por lo que estaba sometido a una terapia aintirretroviral que mantenía su sistema inmune casi a niveles normales.
Por esas cosas del destino durante el año 2007 a Timothy se le detectó una leucemia muy agresiva, por lo que debió someterse a una quimioterapia y a la irradiación con radioterapia. El pobre apenas logró sobrevivir a este “tratamiento” que, en definitiva, parecía haber dado buenos resultados.
Transcurrido un año la leucemia volvió a atacar por lo que sus médicos, previendo que el debilitado organismo de Tim no lograría soportar nuevas quimioterapias, optaron por realizar un trasplante de células madres obtenidas desde la médula espinal de un donante.
Claro que este donante tenía la particularidad de sufrir una inofensiva mutación, la que es conocida como CCR5 delta 32 homocigota. Las personas que tienen esta mutación no poseen un tipo de receptor llamado CR5 en su organismo, precisamente el que necesita el virus VIH para acoplarse a las células T CD4+.
En el intertanto y como consecuencia de las innumerables quimios a las que debió ser sometido, a Tim no le quedó otra que suspender la terapia antirretroviral y comenzar a tomar inmunosupresores para prevenir el rechazo de las células madres que estaba recibiendo.
Transcurridos 13 días debió someterse a un segundo trasplante debido a que la leucemia no cedía, por lo que debió seguir tomando los inmunosupresores y dejar de lado su tratamiento contra el sida.
Por si todo lo anterior fuera poco, semanas después Tim sufrió de un serio trastorno neurológico, el que le provocó una ceguera temporal y problemas tanto de motricidad como para hablar.
Los médicos que lo atendían decidieron realizar una punción lumbar para examinar el fluído y obtener un diagnóstico de la nueva afección que sufría Tim; descubriendo que en dicho fluido no existían rastros de VIH.
Posteriormente nuevos exámenes concluyeron que las células T CD4+ de Tim habían alcanzado niveles normales, su carga viral había desaparecido y que no hay rastros de anticuerpos medibles por el test de ELISA.
Para los científicos, lo que pudo haber pasado con Tim es que las células madres que recibió con la mutación CCR5 delta 32 homocigota fueron capaces de replicarse en el organismo, dejando al VIH sin el apoyo necesario para su reproducción.
Para los investigadores, la experiencia de Tim servirá para estudiar nuevos métodos -mucho menos invasivos- con los que sea posible atacar la enfermedad, algo que son seguridad requerirá de muchos años de investigación y análisis; pero que podría abrir una luz de esperanza hacia el desarrollo de un tratamiento definitivo que cure dicha enfermedad.
Christian Perez Sontag (Santiago, Chile)
No hay comentarios:
Publicar un comentario