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La pregunta por la edad de inicio sexual es muy importante para determinar políticas de salud pública dirigidas a evitar infecciones de trasmisión sexual, embarazos adolescentes o consecuencias psicológicas adversas de una actividad sexual precoz.
Sin embargo, la respuesta puede ser muy diversa e incluso inducir a error dependiendo del método que se use. Así lo demuestra el estudio de investigación conducido por el Dr. Jokin de Irala que recoge la información de 7,011 adolescentes de ambos sexos representativos de colegios públicos y privados de Perú, El Salvador y España. Sobre esta muestra, grande en comparación con estudios similares, se aplica las dos fórmulas de cálculo más utilizadas para determinar a qué edad los jóvenes comienzan a tener relaciones sexuales: “la media de edad de inicio de relaciones sexuales” y “la proporción de jóvenes que han mantenido relaciones sexuales a diferentes edades”. Concluye el estudio que ésta última nos ofrece un dato más certero.
“La media de edad de inicio de relaciones sexuales obtenida de estudios epidemiológicos publicados sobre sexualidad, es habitualmente transmitida por los medios de comunicación de una manera que no necesariamente refleja los matices que subyacen en dichos datos. El público al que se dirige los medios de comunicación, como la población general y desde luego los jóvenes, pueden por tanto hacerse una idea equivocada”, señala Irala.
Por ejemplo, se suele señalar que “la media de edad de inicio de las relaciones sexuales es de 15 años”. Y quienes seguimos de cerca los debates sobre prevención de SIDA sabemos que una interpretación errónea muy frecuente es creer que “la mayoría” de los jóvenes de 15 años está manteniendo relaciones, cuando de hecho lo contrario puede ser lo cierto.
Por supuesto, errada la premisa, las decisiones que se tomen a partir de ella pueden ser contraproducentes. Tratándose de las condiciones de salud y de las oportunidades futuras de un/una adolescente este tipo de errores pueden ser trágicos; tratándose del SIDA, hasta fatales.
¿Por qué la media de edad de inicio de relaciones sexuales no es un dato preciso?
Porque no permite ver la extensión de la experiencia sexual a diferentes edades. Cuando solo tenemos como dato que “la media de edad de inicio de relaciones sexuales es 15 años” se suele pensar casi automáticamente que “la gran mayoría de los chicos ya han debutado sexualmente a los 15”. Pero, ¡oh sorpresa! cuando apreciamos los datos completos y también tenemos la cantidad real de adolescentes que han mantenido relaciones sexuales a los 15 años, resulta que no pasa de 20%.
Esto es uno de los aspectos más esclarecedores del estudio de Irala porque su muestra es lo bastante amplia y con diversidad cultural.
¿Dónde suele estar el error? En que la media usa como universo solo a los que han tenido relaciones sexuales dentro de los rangos de edad de las personas incluidas en el estudio. Entonces claro, entre los adolescentes de 15 a 19 años que han tenido relaciones sexuales, la media puede estar en 15. Pero solamente se están refiriendo a ese universo. Si consideramos a todos los adolescentes incluyendo los sexualmente activos y aquellos que no lo son –como debería ser– las cifras orientativas lucen notablemente diferentes.
El estudio muestra claramente cómo en los 3 países se produce la misma figura donde “la media de edad de inicio de relaciones sexuales” es alrededor de 15 años; pero si uno se fija en el porcentaje de los que realmente son sexualmente activos, se da uno con la “sorpresa” de que hasta los 18 años estos son… ¡una minoría!
Esto se le pasa por alto incluso a muchos científicos e investigadores sociales, según nos contaba Jokin de Irala en una conversación personal que mantuvimos para tratar de entender esta realidad tan evidente pero al mismo tiempo tan poco estudiada. Este es un sesgo que, de ahora en adelante, debe evitar cualquier científico que pretenda que su investigación sobre conductas adolescentes sea confiable nos decía este prestigioso profesor universitario.
Es evidente que en instituciones como ONUSIDA, Ministerios de Salud, ONGs antisida, etc., tienen que ser muy cuidadosos en sus apreciaciones. Si creen (erróneamente) que la mayoría de los adolescentes es sexualmente activos a los 15 años eso podría explicar por qué reparten condones y ofrecen educación sexual que no toma en cuenta la posibilidad de vivir la abstinencia (porque están convencidos que “la mayoría lo hace”). En cambio, si sabemos que solo el 20% son sexualmente activos, pues lo lógico será fortalecer la decisión de no tener sexo del 80% y buscar que incluso más adolescentes retrasen la iniciación sexual. Y en ese caso, es evidente que lo ridículo y contraproducente de repartir condones a mansalva. Eso conducirá a que más adolescentes tengan relaciones en contexto de inmadurez afectiva y social. Los científicos lo llaman fenómeno de compensación de riesgo que es que si bien un instrumento puede tener algún efecto de disminución de un riesgo, al lanzar una falsa seguridad, los adolescentes lo usarán tanto más que al final el efecto de riesgo es mayor que lo que el instrumento pretendía proteger. Se da mucho con los protectores solares: la gente cree que los protege totalmente y por tanto se pone al sol más horas; el resultado: un aumento desmedido de cáncer de piel los últimos 30 años. O sea, aunque el condón sea eficaz para bajar el riesgo, la falsa seguridad termina por tirar esa eficacia por los suelos.
El artículo citado es De Irala J, Osorio A, Carlos S, Ruiz-Canela M, López-del Burgo C. Mean age of first sex: Do they know what we mean? Arch Sex Behav 2011. DOI 10.1007/s10508-011-9779-4
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