sábado, 14 de enero de 2012

SIDA, rostro de la injusticia social



Sor Bertha, dedicada a cuidar enfermos con SIDA, se dio cuenta que no necesita curar llagas, sino atender el alma con amor, darles vida ante la muerte, lamentó lo que muchos jovencitos desesperadamente le han cuestionado: "¿por qué a mí nunca me hablaron de qué Dios existía, porque a mí siempre me pidieron las nalgas a cambio de algo?" o expresiones como "tuve que cambiar, yo pensé que era un pene, yo pensé que era una vagina y hoy terminé así".

Maricarmen Rizo

Condenados a muerte, en muchas ocasiones abandonados y discriminados por la sociedad e incluso su propia familia -eso quienes la tienen-, cuando parece que no existen motivos por los cuales seguir viviendo muchas personas infectadas por el Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA), encuentran en PAIPID el aliento para seguir adelante pese a su enfermedad.

Acompañamiento psicológico, psiquiátrico, médico, y espiritual adquieren gratuitamente quienes acuden a los albergues de PAIPID (Proyecto de Atención Integral a la Persona Inmunodeprimida), una fundación que se dedica a atender personas con SIDA, un proyecto que nació gracias a la Congregación Misionera de Cristo Resucitado y que tiene su sede en Guadalajara Jalisco.

Una labor difícil que enfrentan quienes atienden dichos albergues como platicó sor Bertha, fundadora del proyecto, "desafortunadamente me ha tocado sepultar a miles de jovencitos, miles de señoras, cientos de niños, víctimas de una realidad social, y estoy cansada de sepultar; estoy cansada de descolgar jóvenes que han perdido el sentido de la vida".

Durante el Congreso "Construyendo la Paz desde la Familia" realizado en la Ciudad de México, aclaró que no le cansa el hecho de ayudar y acompañar a quienes lo necesitan, sino de que la sociedad no despierte ante tan terrible realidad, "¿por qué estamos ante esta situación y porqué estamos de esta manera pasiva?", agregó que lo que se necesita es actuar, no asustarse ante este fenómeno global sino tener agallas para darle la cara.

Y es que según los últimos datos el Centro de Investigación y Desarrollo en Ciencias de la Salud (CIDCS), con 149 mil 883 personas diagnosticadas, de las cuales 26 mil 721 son mujeres y 123 mil 162 hombres, México es el segundo lugar de Latinoamérica con casos de este tipo.

Para sor Bertha, este gran virus, que no termina y mundialmente sigue creciendo, tiene su raíz hace más de 60 años gracias a la globalización, "porque ha tenido como centro el dinero, no al ser humano, entonces la estrategia es necesito cambiar la lógica del ser humano y ¿qué creen? no la cambiaron y entonces vamos a tener seres humanos hiper mega estimulados con una microcefalia es decir con una cabeza pequeña porque la política mundial es no pienses; siente, no razones, no hables, no te manifiestes".

Ante esto señaló que hoy nos encontramos con una crisis que jamás habíamos visto, que va desde lo existencial, familiar, y que ha llevado a que niños, jóvenes y adultos terminen "desestructurados", es decir, sin una estructura de persona.

"Jovencitos de 20 años que fueron infectados a los 12, 13 o 14 porque hay un sistema económico que no permite que haya la capacidad de cuidar estos niños, hay un sistema que nos ha llevado vivir sólo en un marco de no razonamiento, de no proceso mental y esto ha provocado que el ser humano asimismo se deshumanice y se quede solamente en una etapa de lo que es proceso de ser persona, en una etapa biológica, genital, sensitiva", consideró.

Relató que entre las personas que atienden un gran porcentaje de jóvenes dependen ya de un psiquiatra, muchos porque no hubo papá, ni mamá que les formará códigos de conducta, "que les dijera esto sí, esto no, que es lo que da certeza a la persona para poder elegir, luego por eso no sabe de dónde agarra se confunde, tiene miedo".

También están las personas inocentes que terminan infectadas por su pareja infiel, o los bebés que nacen con SIDA gracias a sus padres y en menor medida por alguna negligencia médica.

Compartió que cuando empezó a cuidar enfermos con SIDA se dio cuenta que no necesita curar llagas, sino atender el alma con amor, darles vida ante la muerte, lamentó lo que muchos jovencitos desesperadamente le han cuestionado: "¿por qué a mí nunca me hablaron de qué Dios existía, porque a mí siempre me pidieron las nalgas a cambio de algo?" o expresiones como "tuve que cambiar, yo pensé que era un pene, yo pensé que era una vagina y hoy terminé así".

PAIPID nació para dar respuesta como proyecto diocesano, por ello no lucran, e intentan trabajar con calidad evangélica, basados en la doctrina social cristiana "para ser signos de la resurrección". Atienden desde bebés hasta ancianos, la gran mayoría de sus pacientes adultos son homosexuales.

"Quienes hacen las leyes yo les digo idiotas, sí una persona idiota es la que no piensa, la que no conoce y leyes que van contra la dignidad de la persona son dictadas por personas que no conocen la verdad y la realidad, que son parciales porque si vieran las miles de personas que mueren porque creyeron en lo que los medios decían, en lo que las políticas de salud decían, en lo que los demás decían; mentiras no podemos seguir permitiendo esto" enfatizó la religiosa.

Dijo que mientras no hagamos conciencia en ello y exijamos leyes que dignifiquen a la persona, y mientras no nos humanicemos, seguiremos sepultando personas no sólo infectadas con SIDA, sino fallecidos fruto de cualquier tipo de violencia.

"Ya nos acostumbramos ver a nuestros adolescentes que se están muriendo, cuando te toca a ti y mí hacer algo por ellos, el pecado más grande que tenemos los mexicanos es la inconciencia y la indiferencia, ante lo que está sucediendo, pensamos que nosotros no nos toca, ¿si a ti no te toca a quién le toca?".

Recordó que los cambios jamás van a venir de arriba, "los cambios vienen del pueblo, de abajo es a nosotros a quienes nos toca empezar a cambiar, tomar decisiones, exigir, desde lo personal, familiar y política".

Esta gran labor de quienes conforman la Congregación y voluntarios, la realizan en distintas partes del país; Jalisco, Quintana Roo, y Yucatán. Su atención no es sólo para personas con SIDA, también atienden a hijos huérfanos de personas que han muerto por VIH.

Yo influyo


Comite Independiente AntiSida

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