martes, 17 de mayo de 2005

Escuelas de Campo y Vida: un futuro para huérfanos del VIH



Los estragos que el sida continua haciendo en zonas como África subsahariana tiene en los niños a los principales afectados. Por ello, la FAO ha creado las Escuelas de Campo y Vida, donde quiere que los huérfanos del VIH encuentren la formación que no han recibido.

De los 34 millones de huérfanos que viven en África subsahariana, más de 11 millones han perdido a sus padres a causa del sida. Se calcula que en 2010 serán más de 20 millones los niños que podrían perder a uno de sus progenitores o a los dos.

Estos pequeños, especialmente los que habitan en las zonas rurales, viven expuestos a la malnutrición, diversas patologías y a la explotación. Para ofrecerles una salida, la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), con la ayuda del Programa Mundial de Alimentos (PMS) y varias ONG e instituciones locales, ha puesto en marcha las Escuela s de Campo y Vida de agricultores para niños y jóvenes, donde los huérfanos aprenden practicando los conocimientos agrícolas necesarios.

En primera persona
"Antes no sabía hacer nada, ni siquiera cómo sembrar las semillas. Ahora sé que hay que colocarlas a cierta distancia, en hileras", explica Paulo Filipe Renza, de 17 años, de la escuela que hay en Chimoio, en Mozambique. Ermelinda Manuel, de 12 años y del mismo centro recuerda: "Mis padres murieron cuando yo tenía ocho años. No me enseñaron nada, aunque recuerdo que mi madre iba al campo a trabajar la tierra". Su hermano Francisco, de 15, reconoce que "es posible estudiar y no encontrar empleo. Pero el que sabe trabajar la tierra puede defenderse". Son vivencias de algunos de los 1.000 huérfanos que ya disfrutan en las 34 escuelas distribuidas por Kenia, Mozambique, Namibia y Zambia.

En los centros se comparten técnicas agrarias y nociones empresariales, sin descuidar la educación de los jóvenes. Por ello se fomentan valores positivos como el respeto, la igualdad y los derechos humanos. Tampoco se olvida la ayuda psicológica y social, así como la educación nutricional. Las escuelas quieren ser un espacio social seguro donde los estudiantes puedan desarrollar su autoestima y confianza. En este sentido, Marcela Villarreal, jefe de la Dirección Género y Población de la FAO, ha indicado: "Los cursos son un importante punto de partida para librar del hambre y la pobreza a los huérfanos del sida, porque ofrecen estrategias de supervivencia en ambientes a menudo muy difíciles".

Cambio de expectativas
José Madeira, profesor de la escuela de Chimoio, en Mozambique, cuida de 29 niños con edades comprendidas entre los 12 y los 17 años, que participan en el proyecto de la FAO. "Cuando llegan aquí suelen ser pequeños temerosos e introvertidos. Poco a poco comienzan a interactuar con otros chicos. Luego, con el paso del tiempo difunden lo que han aprendido en la escuela de campo de la FAO; es algo maravilloso".

Estas experiencias van haciendo mella entre los huérfanos: "Al principio, todos soñaban con ser camioneros. Ahora dicen: Quiero ser campesino, agrónomo, maestro o ingeniero".

Preparar el terreno, sembrar, trasplantar, escardar, regar, controlar las plagas, cosechar, utilizar y conservar los recursos disponibles, emplear y elaborar cultivos alimentarios, vender los productos en el mercado... tareas diarias que aportan a los niños y adolescentes responsabilidad, ilusión, conocimiento y un futuro esperanzador.

En estas escuelas el ocio tiene su tiempo reservado. Las lecciones de canto y danza ayudan a los pequeños a confiar más en sí mismos y potencian las relaciones sociales, mientras que el teatro y los grupos de discusión sirven para abordar importantes temas, como la prevención del sida.

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