domingo, 5 de febrero de 2006

Paralelismos en la difusión del kuru y el Sida


Durante los siglos pasados, los nativos de Nueva Guinea sufrían una rara enfermedad, el kuru, con síntomas similares a los de las "vacas locas". Los médicos del primer mundo descubrieron que su causa era el canibalismo, es decir, que los pobres indígenas se comían las entrañas de sus enemigos, crudas, o mal cocinadas. Existían dos posibles soluciones: la primera -lógica- abandonar aquella práctica macabra cambiando de hábitos y la segunda -inmoral- seguir con el canibalismo pero cocinando la carne humana en una "olla exprés". Todo el mundo adoptó la primera y el kuru desapareció de la isla.

Hoy sufrimos otra enfermedad vinculada a una conducta anómala: que el sida que se transmite debido a la promiscuidad homo y heterosexual. Las soluciones son parecidas a las del kuru: la primera, abstinencia fuera del matrimonio y fidelidad dentro de él, y la segunda, aislar técnicamente, mediante el preservativo, a los individuos que van a practicar el sexo promiscuo. Muchos prefieren la primera solución, es decir, cumplir la ley natural que prescribe que las relaciones sexuales, siempre dentro del matrimonio, deben estar abiertas a la transmisión de la vida. Otros adoptar la segunda.

Lo que resulta incomprensible es que los del segundo grupo critiquen y censuren a los del primero, amenazándoles incluso con recurrir a los jueces, con la acusación de que, al descartar el preservativo, lo que pretenden es facilitar la difusión de esa penosa enfermedad. ¿Qué pensaríamos de los caníbales de Nueva Guinea si persiguiesen judicialmente a los que han elegido no serlo? ¿Acaso no merecen todo el respeto a las personas que adoptan una postura tan noble, elegante y sobria frente a la propagación del sida?

José María Macarulla

Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular

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