Hace algo más de un año que el estado de Nueva Jersey aprobó una ley para que los programas de educación sexual para adolescentes en colegios públicos promovieran la abstinencia de relaciones sexuales. La ley insiste en que han de replantearse los materiales pedagógicos a fin de que siempre quede claramente expresado y de forma contundente el mensaje de que la abstinencia de relaciones sexuales en adolescentes es la medida más razonable y eficaz contra embarazos imprevistos y enfermedades sexuales.
Hay cifras que resultan preocupantes. Se estima que actualmente hay detectados 40 millones de portadores de HIV en el mundo, de los cuales 28 se encuentran en el África subsahariana. La catástrofe del SIDA en África es un desastre humanitario de proporciones abrumadoras, pero las consecuencias políticas y económicas de tan colosal crisis apenas han trascendido fuera del continente africano que ocupa una posición marginal respecto a los países poderosos. Sin embargo, la alarma es creciente para el demógrafo Nicholas Eberstadt, cuando anuncia, en un artículo que publica Foreign Affairs , que la cifra de víctimas del SIDA en Rusia, China y la India alcanzará tal magnitud que amenaza las perspectivas económicas de miles de millones de seres y el equilibrio de fuerzas en el globo
La esperanza de vida en algunos países del continente africano es de unos 45 años por causa del SIDA, y se empieza a considerar que en Rusia la próxima generación disminuirá sus expectativas de vida en unos diez años. Si se considera el asunto desde el punto de vista de chicas embarazadas, España tiene una tasa de nueve embarazos por cada mil adolescentes, según datos de UNICEF y todavía no está entre las tasas más altas de los países desarrollados. La conclusión, se tomen los datos que se quieran, es obvia: Nadie puede creer que el disfrute sexual es gratis total. La naturaleza no perdona y conviene respetar sus leyes.
Se han publicado estudios (Brithis Medical Journal) sobre la incidencia de las campañas y programas escolares impartidos en los últimos treinta años con vistas a lograr el retraso en la actividad sexual, el aumento del uso de anticonceptivos y la reducción de embarazos de adolescentes. Pues bien, los profesores del Departamento de Epidemología Clínica y Bioestadística de la Universidad McMaster (Ontario) concluyen que la educación sexual que se ha impartido desde 1970 no ha conseguido ninguno de los tres fines. Tal y como se percibe en el ambiente de compulsión sexual que nos hemos fabricado.
Las autoridades sanitarias nos lanzan mensajes del estilo: "póntelo, pónselo", "contra el sida, presérvate" o anuncios donde una mamá "amiga" de su hija le pone un preservativo en el bolso antes de salir con el de turno. En ningún caso se mencionan las conclusiones de la Fundación Cochrane, considerada la máxima instancia en la medicina basada en evidencias, que indica que el preservativo disminuye la probabilidad de infección por el virus del SIDA en un 80%, pero no garantiza el 100% como sugieren las campañas habituales. Por comparación, resulta curioso que en las campañas de presión contra el tabaquismo no se dice que el filtro "evite" los males, sino que se arremete contra la causa que los provoca.
El argumento que se ha venido utilizando para justificar la exclusividad del mensaje del preservativo es que "no es posible ni realista pedir a los jóvenes que se abstengan". Es lo mismo que darle una chocolatina a un niño impertinente. Es una de las ideas de la revolución sexual que trajeron aquellos progresistas de los años 70, que se aceptaron como dogmas, y que tan lamentables consecuencias han traído a quienes se creyeron que todo el campo es orégano y que son libres para hacer lo que les apetezca en cada momento.
No es fácil decir algo que no coincide con la corriente de permisividad generalizada. Cualquiera que llegue a afirmar que la sexualidad exige responsabilidad, y por tanto determinadas condiciones de madurez y compromiso, será tomado como algo exótico y que no tiene espacio en el bienestar total que disfrutamos.
Se entiende fácilmente que a Erika Harold, 22 años, coronada Miss América 2002, aceptada en la Universidad de Harward para estudiar derecho, le ordenaran que se limitara a hablar de la violencia juvenil, y tuvo que denunciar que fuera censurada por los organizadores del certamen para impedir que hablara públicamente a favor de la abstinencia sexual como venía haciendo en el Project Reality, organización juvenil dedicada a promover la abstinencia sexual entre los escolares
Unos pocos dicen: "Escolares, respétate a ti mismo, protégete a ti mismo. Otros muchos dicen: "Vale que no se empeñara (Miss América) en desnudarse en Play Boy, pero ¿cruzarse de piernas a estas alturas?. La cuestión, según un estudio del British Medical Journal, es que el 70% de las menores de 16 años que habían mantenido relaciones sexuales opinaban que habría sido mejor esperar algún tiempo.
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