Un grupo de mujeres africanas cantan y bailan, la alegría se ve en sus caras. Después, una de ellas comparte: «Aquí me han dirigido una mirada de amor y de esperanza. Y me han mostrado algo que ha dado sentido a mi espíritu y mi cuerpo destrozados. Ahora sé que mi vida tiene un valor, ese valor pesa más que mi enfermedad y que la muerte». Se llama Vicky, y es una de las mujeres seropositivas asistida por el Meeting Point International (MPI), una ONG ugandesa que trabaja en la capital, Kampala.
Así comienza Greater defeating AIDS (Los grandes vencedores del sida), documental escrito y dirigido por el italiano Emmanuel Exitu, que ha ganado el Premio del Público, en el Festival 2007 de Nueva York sobre Cine y Sida, y el certamen en Internet Babelgum Online Film Festival, creado por el cineasta Spike Lee para «buscar gente que tenga una mirada única» sobre la Humanidad. Exitu estuvo la semana pasada en España, y lo presentó en la sede de la Conferencia Episcopal Española.
Atención integral

«No buscan dinero, sino esperanza»
En vez de aprender, los dogmáticos del condón arremetieron contra el país. «Los consejeros extranjeros borraban nuestras recomendaciones» de abstinencia y fidelidad en los planes estratégicos, denunciaba el pasado junio, en el Washington Post, el reverendo Sam L. Ruteikara, copresidente del Comité Nacional de Prevención del Sida. El boicot ha funcionado. En los últimos años las tasas de sida han vuelto a subir, y los mismos boicoteadores han utilizado este dato para afirmar que la estrategia ABC no da resultado a largo plazo.
Esta guerra ideológica y el alto coste en vidas que tiene queda reflejada en otro documental que ha recibido muy buenas críticas por su calidad. Miss HIV intenta contestar a por qué, con todo el dinero invertido, todavía no se ha acabado con una epidemia prevenible. El motivo del boicot ideológico es, para el reverendo Ruteikara, económico, y por ello suplicaba: «Los que os beneficiáis del sida, dejen a mi gente en paz. Escuchen la sabiduría africana, y les enseñaremos a prevenir el sida».
Es poco probable que escuchen, pero otros lo han hecho. Las autoridades educativas de la India anunciaron en julio que, en ese país, la educación sexual se basará en la abstinencia y la fidelidad. De llevarse a cabo con éxito en el segundo país más poblado del mundo, y dado su creciente peso económico, esta medida podría ser un gran ejemplo.
M. M. L.
El año pasado, viviendo el éxito que tuvo una película mía para televisión, me surgió la necesidad de hablar de la esperanza, porque yo no la tenía. Llevo diez años en el loco mundo del espectáculo. Me defino como una persona ratzingeriana, pero cuando oía hablar del Misterio que hace todas las cosas no tenía una experiencia real de ello. Llegó un momento en que, imaginando que mi hijo de cinco años moría, sólo pensaba que nada más eran veinte kilos de carne descomponiéndose. Estaba desesperado. Conocí a Rose en agosto de 2007. Le expliqué mis situación y le comenté: «No tengo esperanza, pero tengo ojos y puedo ver». Así que me quedé.
¿Qué descubrió sobre la esperanza en Uganda?
Se confirmó mi historia de fe. Me ha sucedido lo mismo que a los apóstoles Juan y Andrés. ¿Cómo aprendieron la fe, la libertad que la fe da? Siguiendo a Jesús. Lo mismo me ha sucedido a mi. Seguí a Jesús en Uganda, y ahora estando en Italia. No te puedes separar de Jesús, tienes que estar pegado a Él. Por eso la esperanza no sólo está a cinco mil kilómetros de mi casa, sino en el lugar donde el Señor me ha puesto, con mi familia, mi comunidad y mis amigos.
Al espectador le espera un viaje intenso con su documental.
Quiero que quien vea la película se tope con Rose y lo que sucede en el Meeting Point International de Kampala. Después es cosa del espectador sacar conclusiones. Si esto hace que su corazón lata con más fuerza, sentiré que he vencido. Después está en sus manos ir a buscar a Rose, ir a Uganda, preguntarse por qué hace esto. Quiero que el espectador se haga preguntas.
¿Le suelen decir que Greater defeating AIDS es como el final feliz de una historia muy triste?
Para mí no se trata de conseguir un happy end. El final feliz es un golpe de fortuna; por ejemplo, que Bill Gates se enamorara de Rose y le diera una inmensa cantidad de dinero. Pero estas personas no buscan esto, sino la esperanza, que es una llama extraña que arde dentro de cada contradicción. De hecho, en mi documental las lágrimas aparecen al final. Esto explica que el cristianismo no te quita el VIH/sida ni las lágrimas... Lo que hace es permitirte vivir estas cosas y, aunque llores, eres feliz.
Teresa Ekobo