Carmen Cáceres. Sevilla
El estudio PEP (Primeros Episodios Psicóticos) es un proyecto multicéntrico, prospectivo y longitudinal, que se puso en marcha en 2009, para evaluar las variables clínicas, neuropsicológicas, de neuroimagen, bioquímicas, ambientales y genéticas en pacientes psicóticos.
La enfermedad psicótica en sí misma es tóxica, por lo que cuanto más tiempo se tarde en controlar, más aumentará la neurodegeneración
Entre los primeros resultados de este estudio, que se han presentado en el XVII Congreso Nacional de Psiquiatría, en Sevilla, destaca que el 55,82 por ciento de los pacientes analizados consume cannabis con regularidad (más de una vez por semana). Éste es un determinante claro en la presentación de nuevos casos, en su evolución y en la adherencia al tratamiento. Además, hay datos que demuestran la existencia de un nivel alto de inflamación en estos pacientes y también, que el sistema endocannabinoide que regula la inflamación está alterado.
El trabajo se ha llevado a cabo en una muestra de 335 pacientes con un primer episodio psicótico, de entre 7 y 35 años, cuya duración sintomática no superara el año, y en 253 controles sanos, con el mismo perfil socio-demográfico. El objetivo es desarrollar estrategias más efectivas de tratamiento y prevención de recaídas.
Dieciséis centros
El estudio ha contado con la financiación del Fondo de Investigaciones Sanitarias (FIS) y en él han participado 16 centros de investigación, coordinándose desde la Unidad de Esquizofrenia del Hospital Clínico de Barcelona. Según Miguel Bernardo Arroyo, director de la Unidad de dicho hospital y presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica, "estudiar los primeros episodios psicóticos se considera que es el punto clave, porque se manifiesta de una forma más clara la enfermedad y no hay variables de confusión, pudiéndose estudiar al paciente libre de la toxicidad de la propia enfermedad". Desde un primer momento, se ha buscado reducir la heterogeneidad clínica y disminuir la variabilidad de los diseños de investigación.
Los primeros datos disponibles del estudio, aún en marcha, demuestran que el tratamiento sostenido es rentable, eficaz y previene las recaídas
El estudio se ha articulado en torno a un módulo básico en el que han participado todos los grupos integrantes y donde se ha realizado la caracterización genética y clínica. "Hemos hecho una exploración exhaustiva con más de quince escalas evaluando las variables que influían: entre otras, el consumo de tóxicos, el ambiente familiar, el rendimiento escolar, los traumas infantiles, las complicaciones en el parto y en la primera infancia, el desarrollo motor y emocional", explica Bernardo. Asimismo, "hemos dividido el estudio en tres módulos específicos: neuroimagen, neurocognición y terapéutica-farmacogenética".
El objetivo era formular un modelo predictivo de evolución y asociación de los genes que ayude a la identificación. Por un lado, detectar cuáles son los genes que predisponen y, por otro lado, cuáles son los factores que inciden sobre la vulnerabilidad genética como percutores. "Observamos genes de neurotransmisión, neurodesarrollo, inflamación, efectos adversos y farmacocinética, al trabajar con una base de datos llamada Gripsam, una red de salud mental creada específicamente para recoger todos los datos".
Terapias variables
Los primeros resultados revelan que hay una alta variabilidad en los tratamientos, pero la mayor parte están concentrados en tres opciones terapéuticas. "Se prefieren los antipsicóticos de segunda generación", matiza Bernardo. Estas conclusiones están permitiendo, junto con otros estudios de primeros episodios psicóticos, contribuir a definir cuáles son los predictores de recuperación en esta enfermedad.
En opinión de Bernardo, "sabemos que la esquizofrenia es una enfermedad del neurodesarrollo -en etapas precoces se produce una alteración de la maduración del sistema nervioso central-, pero luego hay neurodegeneración. En este sentido, la enfermedad en sí es tóxica, cuanto más tiempo se tarde en controlarla más neurodegenerativa será". En resumidas cuentas, los fármacos antipsicóticos pueden actuar haciendo que se detenga ese proceso neurodegenerativo.
"El tratamiento intensivo de los pacientes con antipsicóticos y con apoyo psicológico y de rehabilitación favorece su reinserción social y mejora el pronóstico". Por tanto, tratar a estos enfermos adecuadamente hace que la duración hasta las recaídas sea más larga o que no haya recaídas.
Comite Independiente AntiSida
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