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José Calderero
El 19 de marzo, se celebró la festividad de San José, también Día del padre, pero no todo el mundo puede celebrarlo, o por lo menos no del mismo modo. En España los mensajes, las llamadas de felicitación o los regalos ya es algo habitual en esta festividad, pero hay personas a las que esta realidad les es tan ajena como a nosotros su situación. Este es el caso de los niños que trata la Asociación VIHVE, afanada en la asistencia de los huérfanos de un orfanato en Adís Abeba (Etiopía) infectados por el sida.Las monjas misioneras son las que se encargan de que, con los pocos recursos que tienen, todos los niños salgan adelante. El problema se presenta cuando los huérfanos cumplen la mayoría de edad y tienen que abandonar el centro. No tienen a nadie que siga ocupándose de ellos. Con 18 años, están en la calle y sin terminar los estudios.Las congregaciones religiosas que trabajan en la zona no podían permitir esta situación y actualmente están desarrollando un proyecto por el cual estos chicos son atendidos por un equipo de profesionales contratados, que se encarga de que los jóvenes tengan lo necesario para terminar sus estudios –vivienda, manutención, tasas escolares, medicinas, etc– y ofrecerles así un futuro con más oportunidades. VIHVE se ha comprometido a pagar una tercera parte de los costos del programa, del que se beneficiarán 100 huérfanos.VIHVE (www.vihve.org)La asociación está formada por varios jóvenes españoles apoyados por un grupo de voluntarios que, después de acudir a ayudar en el orfanato de las misioneras, decidieron pasar a la acción, e intentar mejorar la vida de estos niños infectados por el virus VIH/SIDA.Los fundadores viven entre España y Etiopía. En sus primeros seis meses de vida, la asociación está luchando para contribuir a que salgan adelante 5 proyectos: aparte de cubrir las necesidades de los niños que salen del orfanato de Adís Abeba, desarrollan una escuela infantil para niños pobres, implementan un programa de rehabilitación para enfermos mentales en Dire Dawa, envío de ropa, medicinas y alimentos para los campos de refugiados somalíes en Ogadén, o asumir el coste de audífonos para niños sordos de Filipinas.Transmitir lo más importante que uno tieneCuando los primeros grupos de voluntarios llegaron al orfanato, cuenta uno de ello, «teníamos muchas ganas de ayudar, de hacer cosas, y cuando las monjas nos dijeron que nuestro cometido era darles cariño a los niños, nos desilusionamos [...], pero cuando llevas un tiempo, te das cuenta de la necesidad afectiva que tienen los niños. Son huérfanos, tienen sida, viven en un orfanato y las necesidades básicas materiales las tienen más o menos cubiertas, pero son muchos y las monjas y trabajadores no pueden darles la atención personalizada que tendrían en su propia familia».«Siempre piensas y tienes muchas ganas de ayudar a estos niños, y les daría el mejor colegio, la mejor ropa. Siempre se te ocurre algo material, porque no les puedes dar a tus padres o una vida como la tuya, que es lo que ellos necesitan. Lo más importante que tengo en mi vida es la fe»; por eso estos jóvenes, con ayuda del Camino Neocatecumenal, también han propuesto poner en marcha catequesis para transmitirles la Fe, darles a conocer a Jesucristo, y que así puedan saber y disfrutar de que, aunque son huérfanos en la tierra, tienen a su Padre en el cielo.
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